¿Y dónde está el fútbol?


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Casi al mismo tiempo, en Argentina caía al piso un árbitro y en España comenzaba a jugarse el clásico entre Barcelona y Real Madrid. La televisión mostraba, en un canal, a Germán Delfino acos­tado en el piso de la cancha de ­Rafaela tratando de volver a res­pirar; y en el otro, a Lionel Messi intentando armar el primer ataque sobre el césped del Camp Nou. El contraste dolía: la violencia de este lado, el juego del otro; la enésima agresión sin sentido acá, la experiencia lúdica de los mejores allá. Espectáculos, al fin al cabo. Espectáculos muy diferentes.
¿Vamos a seguir creyendo que el verdadero espíritu del fútbol está en nuestras canchas? ¿Es sensato repetir que la pasión con la que se vive en Argentina no se compara a nada? Con mirar 10 minutos ayer sobraba. El espectáculo del fútbol, con dos equipos de grandes jugadores buscando armar juego al ras de un piso perfecto, en un estadio como teatro, con hinchas que alentaban en paz, estaba en España.
En Rafaela era más de lo mismo. Otra vez (como hace un mes en ­Rosario Central), una persona de­cidió tirar un objeto hacia la cancha. Esta vez, le pegaron al árbitro para ver si… ¿lo mataban? En medio de todo, un partido lleno de cruces fuertes, poquísimo juego asociado y un expulsado a mitad del primer tiempo. ¿Dónde está el encanto? ¿En los recuerdos de un pasado que ya no es?
El fútbol argentino es hincha de sus hinchadas, de sus místicas historias de aguante, de sus campeonatos parejos e histéricos, y de sus pequeños chispazos de buen juego (algo de River en 2014, y no mucho más). Pero no logra hacerse hincha del fútbol, del juego y la táctica, de los estadios listos para hacernos placentero estar ahí. Un relato que hace agua por todas partes y que no logra salir de su propio agujero negro. Basta con poner unos minutos el canal que transmite al Barcelona o al Real Madrid para ver el abismo que nos separa. El deber ser y lo que somos.
Artículo escrito por Federico Giammmaría en La Voz


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