El árbitro cercano

Al igual que Rubio Valdivieso, que Santamaría Uzqueda, que Tejedor Ferreiro o que Rodríguez Santiago, Alonso Sanz era ‘solo’ Juan Carlos cuando jugaba al fútbol de niño con sus amigos de la Rondilla en ‘XXV años de Paz’, o cuando militaba de delantero en el Juventud Castilla. A Juan Carlos le daba por arbitrar esas pachangas, con lo que del colegiado que llevaba dentro parecía asomar el silbato con sus dos apellidos. Y es que tuvo bemoles. Con 14 años y siguiendo una campaña de captación, se apuntó al colegio de árbitros y allí comenzó su verdadera vocación.
Aunque la afición al fútbol y hacia los colores blanquivioletas le entró incluso desde más pequeño. Y vinculado a la eclosión de un joven canterano.«Era un crío y recuerdo que fue un acontecimiento el debut en el Viejo Zorrilla de un juvenil del barrio de 16 años. Se llamaba Luis Miguel Gail e hizo su aparición en un partido contra el Zaragoza».
Como colegiado estuvo quince temporadas vestido de negro y llegó a arbitrar de asistente cuatro años en Segunda B. Rozando la treintena, colgó el silbato, no muy mayor, y más por las exigencias y las nuevas normativas que predicaban una estricta preparación física que por otras circunstancias: «La plantilla de colegiados de hoy pesa una media de 10 kilogramos menos que antes. Muchos tienen ya preparador físico, cuando antiguamente dar unas cuantas carreritas valía para estar a tono», relata Juan Carlos.
Alonso ha sido también directivo del colegio de árbitros, desde donde ha dado formación a los aspirantes; cuatro años miembro de la asamblea de la Federación de Castilla y León de Fútbol y también estuvo dos temporadas en el Real Valladolid para ilustrar sobre reglas de juego a los chavales y dar charlas a delegados: «Una de las labores era poner al día a los miembros del club de las novedades sobre las ‘Directrices de Santander’ [así se llaman las actualizaciones en la normativa por el lugar donde se reúnen los árbitros anualmente]. A día de hoy, alguno me sigue llamando y pidiéndomelas».
Su labor didáctica se ha extendido de abajo a arriba, comenzando por los campus de fútbol del Real Valladolid, donde los niños demostraron ser auténticas esponjas. («Incluso cuando les pones vídeos de la FIFA sobre reglas de juego, te das cuenta de que son los que más aprenden este arbitraje didáctico», señala Alonso, y llegando hasta deportistas de primer nivel. «Muchas veces un problema disciplinario es por desconocimiento de las normas. Te llegas a sorprender, porque algunos profesionales no saben el reglamento ni su interpretación. O hay entrenadores, como me ocurrió aquí en una ocasión, que felicita a un jugador por marcar un gol y no se da cuenta de que lo hizo en fuera de juego. ¡Si se juega como se entrena, y estaba en posición incorrecta, no merecía esas felicitaciones de su entrenador, está claro!». Su filosofía es que un árbitro en un equipo de máxima categoría además de mejorar la clasificación de ‘Juego Limpio’ «puede enseñar a competir mejor, porque se sabe los límites». En el Real Valladolid, esa faceta está perfectamente cubierta por Paco Santamaría.
Seguidor y medidas
«Yo soy del Real Valladolid y estoy orgulloso de ello. Por supuesto que los colegiados somos aficionados de un equipo de fútbol. Esto hay que decirlo con naturalidad. Y si luego pitas a ese equipo, esto no influye», indica. «Para mí, el fútbol no es tan pasional, aunque hubo un momento en el ‘play- off’ del Alcorcón, nunca me había pasado, que no pude ver los cinco últimos minutos . Tuve que darme la vuelta», relata.
Respecto a las actuales medidas contra la violencia, también verbal, en los campos, opina que «cualquier acción es buena». «Nunca me he acostumbrado a que me insulten en un campo de fútbol. Mi madre vino una vez a verme y no volvió. No es agradable. Incluso, perdemos aficionados que dejan de ir a los campos porque no consideran que ese ambiente sea provechoso para la educación de sus hijos». Otra cosa es, a su juicio, que estas «se promulguen de forma gradual, poco a poco».
A través de las redes sociales, los blogs y de sus colaboraciones con clubes o en la Cope, trata de llegar a todos los colectivos. Opinar, sí, pero más que valorar el acierto o desacierto del colegiado, explicar lo que dice el reglamento así como relatar en qué campos arbitran «los profesionales vallisoletanos del deporte del arbitraje». Además, sigue pitando ligas de empresas y partidos de los veteranos del Pucela.
Se queda con los buenos ejemplos del fútbol profesional, que los hay y muchos, como «Xavi, Iniesta, Álvaro Rubio, y el 90% de ellos», pero incluso también con otros más criticados, como Cristiano Ronaldo, que «no todo lo que hace es malo. También hace una labor solidaria contrastada, pero interesa sacar más cuando pierde los papeles y nos quedamos con el calentón», remarca.
Para este comercial de productos de peluquería, que valora el «sentido común, el que da vida a la regla» como uno de los principales argumentos del colegiado, estar al día es una constante. Si la International Board ya valora que se aplique la norma de los cambios que permita al jugador salir y volver a entrar en categorías menores, Alonso apunta que eso deberá ahora entrar a estudio en las diferentes federaciones nacionales. Lo que sí que variará próximamente en el reglamento actual sería la norma del triple castigo por la que en caso de penalti y expulsión además antes te castigaban con un partido de sanción y esto se va a suprimir. «Una mano, por ejemplo, que no es acción violenta, con penalti y expulsión valdría».
Y otra idea: «Cambiaría la forma de finalización de los partidos. Igual que en el rugby, cuando ha acabado el tiempo yo esperaría a que el balón saliera. El final sería con el balón fuera. El equipo que quiere ganar no la tiraría nunca fuera, y al revés».
Nunca se deja de ser árbitro. Ni, en el caso de Juan Carlos, de acercar el reglamento. 



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