Ortiz Arias: sus inicios en el arbitraje


El árbitro madrileño Miguel Ángel Ortiz Arias (1984) ascendió el pasado verano a Primera División tras dos temporadas en Segunda. Se inició como cursillista con tan solo 16 años y cuenta con diez temporadas en Segunda B y otras dos en Tercera.

¿Cómo empiezas en el mundo del arbitraje?

Después de iniciarme en el mundo del fútbol sala en el equipo de mi colegio con 6 años, pasé al fútbol 11 con la edad de 10 años. Mientras jugaba, la condición que me ponían mis padres era que el fútbol no interfiriera en mis estudios, dando prioridad absoluta a lo académico, cosa que les agradezco. Un año que suspendí una asignatura en el primer trimestre, ellos me dijeron que hasta que no me pusiera al día con esa asignatura, no iría más a jugar. Mi padre, que fue árbitro de fútbol, me sugirió la posibilidad de participar en el fútbol desde otra perspectiva, cosa que yo en un inicio decliné porque no me sentía muy atraído por esa posibilidad. Con el paso de los meses, y tras convencer a un amigo para que se uniera a mí, decidí probar y me acerqué a la delegación más cercana, donde empezó todo.

¿Cómo fueron tus comienzos?

Inicialmente todo es fácil porque empiezas desde el fútbol base, con niños muy pequeños. Pero pronto te das cuenta de la realidad que vive un árbitro de fútbol, donde la gente, la mayoría de gente, no todo el mundo, no tiene ningún respeto por esta figura. Es muy duro cuando eres todavía un crío y los padres de los niños a los que estás arbitrando te insultan. Yo entiendo que nos equivocamos, pero todos lo hacemos y lo malo de todo esto es que el insulto al árbitro está “aceptado” por gran parte de la sociedad. Cuando empezamos a arbitrar debemos hacerlo por el fútbol base, y eso muchos padres no lo entienden.

A pesar de esto, mis inicios no tuvieron ninguna trágica historia más allá de que un juvenil me pisó deliberadamente, otro me escupió después de expulsarle y en regional un equipo intentó agredirme, pero por suerte no pudieron hacerlo ya que mi padre, que me acompañaba siempre que podía, lo impidió.

¿Hay mucha diferencia entre arbitrar un partido de la máxima categoría y las otras divisiones en las que has estado?

La verdad es que sí, hay mucha diferencia entre cualquier división y el fútbol profesional. En todo, menos en la pasión que le ponen tanto los jugadores como nosotros mismos. Da igual lo que arbitres y dónde arbitres, que sabes que todos los participantes vamos muy ilusionados y con ganas de hacerlo lo mejor que sabemos.

¿Qué le aconsejarías a alguien que quiere dedicarse al arbitraje?

Que no lo dude, que es algo muy bonito, es algo que, cuando empiezas, nunca imaginas lo que te va a llenar.

Al principio puede ser algo duro, ya que te sueles encontrar solo y con mucha gente delante que rara vez te ayuda, pero merece la pena. Es una forma genial de hacer deporte y conseguir que, gracias a tu labor, la gente pueda disfrutar, de que los niños puedan disputar sus partidos de fútbol…A pesar de ser muy poco respetados, quiero recordar desde aquí que la figura del árbitro surge porque dos equipos no son capaces de ponerse de acuerdo y necesitan una persona imparcial que les ayude a poder jugar el partido.

¿Cómo crees que se podría animar a los más jóvenes para que se hagan futuros árbitros?

Ayudándoles a que vean lo bonita que es esta manera de participar en el deporte, más concretamente en el fútbol. Se trata de algo que te aporta muchas cosas buenas a tu vida, como seguridad en la toma de decisiones, respeto a todas las personas, seriedad, empatía, responsabilidad, confianza, resiliencia…

En resumen, amplías tu forma de ver el fútbol, el deporte y, por ende, la vida. Además de lo mencionado anteriormente, todo lo que te aporta físicamente, ya que te mantienes en forma, activo y con muchas ganas de aprender y mejorar en cada partido.

Fuente: NORTE TRES CANTOS


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