Bruno Paixão, adiós a toda una vida en el arbitraje


El ex árbitro internacional, ex árbitro de video y actual observador de la FPF Bruno Miguel Duarte Paixão (Setúbal, 1974) ha decidido poner fin a su actividad arbitral después de 33 años con el arbitraje.

Su reflexión en este momento es clara:

Empezamos jóvenes, muy jóvenes, partiendo demasiado pronto para un mundo nuevo. Un mundo que creemos conocer, pero que de hecho no conocemos por completo. Me doy cuenta de que esta es una carrera que nos ha acompañado toda la vida.

El primer insulto inesperado y aleatorio aparece justo afuera del estadio, antes de debutar, antes de jugar nuestro primer juego. Seguimos temblando por dentro y por fuera sin saber realmente qué va a pasar, y sí, no, ya somos ladrones, corruptos y maricones. No puedes pensar ni reaccionar. Es escuchar y callar o, quizás, ser golpeado.

Creo que esta es la única profesión en el mundo en la que ya somos deshonestos antes de empezar a trabajar.

Puede ser gracioso, e incluso desde esta distancia, pero créanme, no cualquier niño (a) que escucha, puede pararse y quedarse.

Entonces se pone peor. Escupe la boca frívola del héroe circunstancial. A continuación, se lanzan las monedas a la cara, brazos y piernas. Se vuelve más intrusivo y personal. Lo más repugnante.

Pero como todo en la vida, el tiempo lo cura todo. Y con el tiempo aprendes a gestionar. La ilusión inicial da paso a una desilusión momentánea, pronto olvidada por una fuerza interior repentina, que surge de quién sabe dónde.

Luego están los buenos juegos, las palabras importantes de los compañeros más experimentados y todo empieza a tener sentido… hasta que vuelves a perder. Es una montaña rusa de emociones y reacciones, un vaivén que nos lleva al límite. Eso da forma al carácter, el pensamiento, la forma de ser y de ser.

 

En medio de sospechas, insultos, ofensas, amenazas y agresiones, Bruno Paixão encontró resistencia para abrirse camino. Y lo hizo. Tras estabilizarse en la primera categoría, alcanzó el internacional y, fuera, escaló al Grupo 1 de la UEFA. Su mérito, solo suyo.

Se licenció en ingeniería y siguió su camino, viviendo la vida que vive un árbitro profesional: medio escondida y muy condicionada. Condicionada en vacaciones, en los lugares que visitaba, en los restaurantes que frecuentaba, en las carreteras que manejaba, en los lugares que frenaba. Siempre ha sido así durante 33 años.

Es el precio a pagar, dicen. Creo que no. Nadie tiene que pagar un precio tan íntimo por elegir una carrera noble en el deporte.

Autor: Duarte Gomes

Fuente: REFEREETIP


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