Nivel de Activación Óptimo Arbitral
Como
comentamos en el anterior artículo, existe un nivel de activación favorece el
máximo rendimiento del árbitro: el nivel de activación óptimo. El nivel de
activación óptimo se refiere al grado de activación general que, en cada caso
particular, favorece el mejor funcionamiento físico y psicológico, y, por
tanto, el máximo rendimiento dentro de las posibilidades reales de cada
deportista. Mientras que los niveles de activación situados por debajo o por
encima del nivel óptimo, propician un funcionamiento defectuoso que perjudica
al rendimiento.
Así, un
árbitro que se encuentre por debajo de su nivel de activación óptimo (es decir,
que esté más relajado de lo que le conviene) no será capaz de rendir según sus
posibilidades. Si la activación aumenta hasta alcanzar el nivel óptimo, podrá
rendir al máximo de sus posibilidades. Pero si su activación sobrepasa el nivel
óptimo (está demasiado activado) tampoco rendirá como podría hacerlo. Por
tanto, es importante que los árbitros se encuentren en su nivel de activación
óptimo para que sea más probable que su rendimiento sea bueno.
Básicamente,
el nivel de activación óptimo se caracteriza por un estado de fluidez física y
psicológica que permite rendir al máximo posible sin aparente esfuerzo. En este
estado, el deportista funciona física y psicológicamente lo mejor que puede,
utilizando sin dificultad sus mejores habilidades en beneficio de su
rendimiento.
El nivel
de activación óptimo es diferente para cada árbitro. Para algunos, la
activación óptima es más elevada que para otros. Y, por tanto, es importante
que cada árbitro en particular aprenda a identificar cuál es su nivel de
activación óptimo. A partir de aquí, podrá aprender a evaluar su activación
presente y saber si se encuentra en el nivel óptimo que favorecerá su
rendimiento, o bien por debajo o por encima de éste. En el primer caso, su
objetivo será mantener el nivel de activación presente, pero en el segundo
convendrá que aplique estrategias adecuadas (que también deberá aprender) para
aumentar o disminuir su activación hasta situarla en el nivel óptimo.
Por
tanto, el entrenamiento psicológico de los árbitros de fútbol, entre otros
aspectos, debe incluir que aprendan a identificar y autorregular su nivel de
activación general, con el objetivo de comenzar el partido en su nivel de
activación óptimo, y mantener esta activación a lo largo de todo el partido a
pesar de estar expuestos a múltiples situaciones estresantes que podrían
alterarlo.
Aspectos
Psicológicos que influyen en el Nivel de Activación
Básicamente,
dos grandes variables psicológicas influyen en el nivel de activación general
de los deportistas: la motivación y el estrés.
- En
ausencia de motivación y estrés la activación es baja y no se alcanza el nivel
de activación óptimo.
- Cuando
la motivación aumenta también aumenta la activación. En ausencia de estrés, una
motivación alta suele propiciar el nivel de activación óptimo, salvo que la
motivación sea excesiva (motivación incontrolada), en cuyo caso suele
producirse un estado de sobreactivación que perjudica el rendimiento.
- Cuando
el estrés aumenta moderadamente, de manera controlada, aumenta la activación y
también se suele alcanzar el nivel de activación óptimo. Sin embargo, el estrés
demasiado alto puede provocar una activación demasiado alta (cuando se
manifiesta con ansiedad u hostilidad) o una activación demasiado baja (cuando
se manifiesta con desánimo); en ambos casos, el deportista no alcanza su nivel
de activación óptimo.
- El
estrés prolongado produce agotamiento psicológico y favorece un estado de
activación bajo que no alcanza el nivel de activación óptimo.
En
ocasiones es posible que algunos árbitros no alcancen su nivel de activación
óptimo por no estar lo suficientemente motivados. Para prevenir o paliar este
problema, es importante que aprendan a automotivarse utilizando estrategias
psicológicas apropiadas, o que dispongan del apoyo de un psicólogo del deporte
que pueda ayudarlos.
Sin
embargo, será más frecuente que no estén en su nivel de activación óptimo por
un exceso de estrés. Y también en este caso, el desarrollo de estrategias de
autocontrol del estrés y la ayuda del psicólogo del deporte pueden ser
determinantes.
En líneas
generales, cada árbitro debe aprender a identificar las situaciones concretas
"de riesgo" que hacen más probable una motivación inadecuada o un
estrés incontrolado, y posteriormente, deben aprender estrategias psicológicas
apropiadas para actuar con eficacia cuando estas situaciones se presenten, de
forma que su motivación y su control del estrés sean los más adecuados; es
decir, los que favorezcan su nivel de activación óptimo. Por ejemplo, pueden
aprender habilidades de comunicación para relacionarse más eficazmente con los
jugadores y los entrenadores durante el partido.
En este
proceso es importante fortalecer un aspecto psicológico de gran trascendencia:
la autoconfianza. Cuando la autoconfianza es alta, la motivación suele
predominar sobre el estrés, siendo más probable el nivel de activación óptimo.
Así, un árbitro que confíe verdaderamente en que dispone de recursos
suficientes para realizar bien su cometido, estará más motivado y menos
preocupado antes de los partidos, y será más propenso a controlar correctamente
las situaciones estresantes que se le presenten durante el partido.
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