Entrevista con Baldassi: sus reflexiones arbitrales


Héctor Walter Baldassi creía que era indispensable entender lo que le pasaba al jugador dentro de la cancha, además habla de su llegada a Buenos Aires y su peor error dirigiendo.
¿Partidario del sorteo o del dedo para las designaciones?
Del dedo. Es una manera justa de designar al árbitro que mejor esté en el momento que debe dirigir un partido importante. Uno puede estar en un nivel diferente al otro y eso no está escrito en ninguna bolilla.
¿Eras del “siga siga” o te iba el rigor?
En realidad me gustaba el juego y por eso pretendo darle continuidad. Pero más que nada aprendí a ser psicólogo dentro de la cancha para tratar de entender qué es lo que realmente le pasa a un jugador. Los jueces debemos poner en práctica diversas terapias. Los jugadores no están siempre de la misma manera y eso nosotros debemos entenderlo.
Quiénes molestan más, ¿los que protestan o los que pegan patadas?
Los que hablan mucho son cargosos, pero, en realidad, lo que el referí no debe perder nunca es el equilibrio y la autoridad, que no es lo mismo que el autoritarismo. El hablador y el fouleador son dos personajes que uno debe saber controlar desde al arranque.
¿Los jugadores te entendían?
En general, sí. No tuve mayores problemas con nadie porque trataba de ser claro desde el principio. Como ya dije hay límites que no se pueden pasar. El árbitro era yo, en cualquier circunstancia.
¿Tu vocación era ser árbitro?
No. Llegué a Buenos Aires desde Río Ceballos hace 16 años para buscar trabajo. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, pero un amigo, Marcelo Negrete, a quien conocía de mi terruño cordobés, y que ya era árbitro, me sugirió que hiciera el curso. Y ahí le entré a la profesión. Hace 11 años que dirijo y cada vez me gusta más hacerlo. Pasé por todas las categorías, pero pegué un salto grande cuando, por cuestión de edad o de otros motivos, se retiraron muchos árbitros de Primera División. En Primera estoy desde abril del 99 cuando, en Jujuy, arbitré al Gimnasia de allá con Newell’s.
¿Tu peor momento?
Cuando me tildaron de Judas de Castrilli. Yo no compartía, ni comparto, la manera de dirigir de Castrilli; pienso que no hay que peinarse a la gomina ni poner cara de malo para ser árbitro, pero yo no participé en ninguna movida. Lo que pasa es que hay muchos tipos a los que les gusta tergiversar las cosas y poner una palabra de más o una coma de menos para perjudicar a alguien. Me hizo mal esa historia, me sirvió para crecer.
¿Recordás alguna decisión complicada?
En Santa Fe, en un Unión-River,  eché a Domizi y Ariel Donnet, por roja directa, en pocos minutos. Los tatengues me querían matar, pero hoy tengo una buena relación con los dos jugadores.
¿Y algún error?
La peor ma­ca­na en una can­cha me la man­dé en Are­qui­pa, en el Su­da­me­ri­ca­no Sub-17 que se hi­zo en esa ciu­dad pe­rua­na, en fe­bre­ro del año pa­sa­do. Ju­ga­ban Co­lom­bia y Bra­sil; no ha­bía pa­sa­do ni un mi­nu­to des­de el pi­ta­zo ini­cial cuan­do un de­lan­te­ro co­lom­bia­no pa­teó a un án­gu­lo. Fue gol, pe­ro no lo co­bré por­que pen­sé que la pe­lo­ta se ha­bía ido afue­ra. En rea­li­dad, el ba­lón in­fló la red, pa­só por aba­jo y se per­dió fue­ra de la can­cha, de ahí la con­fu­sión. El asis­ten­te de ese la­do era un mu­cha­cho pe­rua­no que tam­po­co vio el gol. Nun­ca me lo voy a ol­vi­dar.
Fuente: El Gráfico

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