Bismarks Santiago cumple con el sueño de su padre

(Colprensa)

Bismarks Elias Santiago Pitalua (Barranquilla - 1987) es uno de los árbitros FIFA colombianos. Su vida se divide entre los partidos de fútbol y las clases de educación física en el Colegio San José, de Barranquilla.
A su padre, Ramón Santiago, le dio por comenzar a arbitrar partidos aficionados a los 35 años para sentirse vinculado al fútbol. Esa pasión se la heredó a su hijo, quien lo acompañaba todos los fines de semana a que pitara en diferentes torneos aficionados.
Cuando veían partidos por televisión, Bismarks se fijaba más en el árbitro que en los jugadores. Estaba pendiente de los movimientos, de las decisiones. Su primer gran referente internacional fue el italiano Pierluigi Colina, quien casualmente se retiró del fútbol el mismo año en el que él decidió que quería ser árbitro.
En agosto de 2002, con 15 años, se puso la camiseta de árbitro por primera vez para dirigir un partido de los Juegos Intercolegiados de Soledad, Atlántico.
El arbitraje era su pasión, pero sabía que debía combinarla con preparación académica, por eso apenas terminó el colegio decidió comenzar a estudiar una licenciatura en educación física en la Universidad del Atlántico. Con 21 años comenzó a dar clases de educación física en el Colegio San José, de Barranquilla, en donde siempre lo han respaldado para poder seguir como árbitro.
El domingo 1° de noviembre de 2015 dirigió su primer partido profesional, en un juego disputado en el estadio Hernán Ramírez Villegas entre Águilas Pereira y Cúcuta Deportivo. Ese mismo año, el 15 de noviembre, pitó su segundo partido, esta vez en la segunda división.
En 2016 comenzaría en forma su labor y desde entonces se ha destacado como un árbitro serio, que no les habla mucho a los jugadores y demuestra autoridad sin necesidad de excederse con shows. A comienzo de este año fue incluido de manera oficial como uno de los árbitros colombianos con escarapela FIFA. El sueño de Ramón Santiago se está haciendo realidad en la vida de su hijo.
Fuente: El Espectador

No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.