Claudia Umpiérrez: Árbitra de vocación y abogada de profesión

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La colegiada uruguaya Claudia Inés Umpiérrez Rodríguez (Pan de Azúcar, 1983) será una de las 15 árbitras que se encargarán de dirigir la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA que se va a celebrar en Francia 2018 entre los días 5 y 24 de agosto.
Claudia, entrena por las mañanas y por las tardes trabaja en el Banco de Seguros del Estado como abogada, por su insistencia, capacidad y perseverancia se convirtió en la primera mujer en arbitrar fútbol en primera división en Uruguay.
Desde su niñez ha sido una luchadora puesto que vino al mundo con una  luxación congénita de cadera, una malformación que le impedía la correcta postura de sus piernas, que superó al cabo de los años gracias a un severo tratamiento.
El fútbol estaba presente en su familia, su padre era entrenador de clubes modestos. Por lo que alternaba los estudios con la práctica del fútbol. Aunque en un principio iba encaminada hacia magisterio se decidió estudiar abogacía en Montevideo, en donde encontró trabajo para sustentar la carrera y se casó.
Con 20 años, comenzó los cursos para el arbitraje y a dirigir partidos. Al final de curso dirigía partidos de la cuarta división. Era una época de locos: trabajaba en una empresa nueve horas diarias, estudiaba Derecho por la noche y los fines de semana los dedicaba al arbitraje. "Me podían tocar hasta cinco partidos en un fin de semana. Para llegar puntual, a veces necesitaba tomar dos ómnibus y salir a las seis de la mañana de mi casa. Hasta que me pude comprar una moto.".
Tras cuatro años de arbitrar en cuarta división, su entusiasmo bajó al recibir la llamada de un miembro del Colegio de Árbitros para notificarle que había quedado en el puesto 33. "¿Cómo puede ser, si somos 31 en la categoría?", reaccionó confusa. "Es que sos tan mala que dejamos dos lugares por si aparece alguien más", arremetió el miembro del tribunal. Pero gracias a los ánimos de Ernesto Filippi, que había sido su profesor, en 2008 continuó y consiguió el ascenso a tercera división. Todo iba rodado, en 2009 ascendió a segunda división y en el 2010 se le concedió el gafete FIFA.
Pero en esta época, otra adversidad casi le deja fuera del arbitraje: su divorcio. Pero su colega Gabriel Popovits, y posterior pareja, le motivó para seguir adelante: "Me ayudó a sanar y a sortear las nuevas adversidades".
En el 2012 fue despedida del trabajo por asistir al Sudamericano que era esencial para su participación en el Mundial sub-17 Femenino en Azerbaiyán. En verano, terminó su carrera y estuvo en el Mundial.
A Claudia le exigieron pasar las pruebas físicas de hombres para poder ascender. A pesar de tener buenos informes y haber pasadas esas pruebas tuvo que esperar tres años para su ascenso. En el 2015, después de haber sido madre y de hacer un gran papel en el Mundial de Fútbol Femenino de Canadá, consiguió el ascenso a primera.
Desde entonces, desempeña como árbitra internacional y dirige en la categoría más alta del fútbol uruguayo. Aunque fue la primera mujer que dirigió un partido como árbitro central, aclara: "Laura Geymonat ya había estado como árbitro asistente en esta división".
"Di todo para estar en igualdad de condiciones que los hombres. Sentí que tuve que demostrar más por ser mujer y no quiero que nada sirva de excusa para que crean que no puedo dirigir. Estoy feliz de haber llegado y demostrar que no fue por un tema de equidad de género: me lo gané con esfuerzo y por estar siempre dispuesta a más", comenta.
Sueña con algún clásico y con arbitrar junto a su marido Gabriel. Y aunque está preseleccionada para el Mundial Femenino 2019, ahora está concentrada en el Mundial sub-20 Femenino que se disputará próximamente y demostrar que puede ser una de las designadas para el Mundial del año que viene.


Artículo completo en: El Observador


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