Ayer y hoy de los árbitros españoles: sueldos, preparación y vestimenta

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Hace treinta años los dirigentes podían ejercer el derecho de recusación de los árbitros de fútbol. Era otro país y otra cultura deportiva, pero para los árbitros el asunto ha cambiado poco. Pese a que ahora son profesionales, se dedican en exclusiva al fútbol, tienen preparadores físicos, reciben la ayuda de la tecnología y, sobre todo, cobran un buen salario,  los árbitros no se libran de su sino: las iras, las frustraciones, las quejas y el ruido que acompaña a su labor ingrata y necesaria.
Franco Martínez, como los antiguos colegiados, vestía de negro, percibía 15.000 pesetas por partido dirigido y solo podía fiarse de su agudeza visual y su colocación para determinar si era fuera de juego, penalti o libre indirecto. 
Todos tenían otra profesión. Antonio Jesús López Nieto administraba una empresa de alquiler de coches, García Aranda era profesor de educación física, Díaz Vega dirigia una sucursal bancaria, Fernández Marín era psicólogo…
José Núñez Manrique, de Aranjuez (Madrid), es militar funcionario del Ministerio de Defensa, exjugador de Tercera división y un tipo recto. Pitó en Primera desde 1990 a 1997. Y observa la evolución del arbitraje como una bendición para la especie. «Antes había vallas y fosos en los campos y siempre hemos estado seguros y protegidos, pero lo que no había antes era esa pasión exagerada y extrema que se vive en el fútbol y que traspasa el plano deportivo», analiza José Núñez Manrique (ex árbitro).
«Los árbitros hoy son mejores que antes. Tienen más condición física, se reúnen para unificar criterios, tienen tiempo para ver vídeos y partidos, les ayudan más medios tecnológicos y están retribuidos de acuerdo a su responsabilidad», opina Núñez Manrique.
Los colegiados de hoy no ejercen otra profesión. Desarrollan su actividad al cien por cien. Y son bien remunerados por ello.
El abogado extremeño Fernando Carmona Méndez fue árbitro de élite entre 1995 y 2005. Y uno de los padres sindicales del actual estatus de los árbitros. «Antes vivíamos en una situación de compensación. Yo era árbitro y abogado al mismo tiempo. Compaginaba ambas vidas. Le quitaba los fines de semana a mi familia. Los colegiados en la actualidad son independientes económicamente y totalmente profesionales. Y, son mejores que los de antes, claro, porque están mejor formados y preparados físicamente. Ese es el gran cambio».
Carmona Méndez le sacaba horas al día para dedicarse al arbitraje. «De 8.00 a 13.00 trabajaba en mi despacho de abogado. De 13.00 a 15.00 me iba a entrenar. Luego comía. Y de 17.00 a 21.00 volvía a la oficina».
Los árbitros ya no visten de negro, sino de amarillo, rosa, naranja o gris, llevan un spray en la manga para colocar las barreras, comparten impresiones por un auricular y, pese a que el inoxidable presidente Sánchez Arminio les penaliza si hablan con la prensa, tienen opinión y argumentos. «Las críticas de algunos jugadores son ridículas. Todos somos personas. ¿Acaso ellos no fallan penaltis o chutan fuera delante del portero? -cuenta Núñez Manrique-. ¿Y qué decir de los periodistas? Si algunos van con una camiseta puesta. ¿Qué credibilidad pueden ofrecer?». «Soy un enamorado del fútbol, pero solo por lo que sucede en el campo. Lo de fuera da vergüenza ajena, empezando por el periodismo».
Artículo escrito por José Carlos Carabias en el ABC


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