Escándalo en el fútbol mundial


El deporte también ha caído en la trampa. Y esta vez lo ha hecho a través de uno de sus órganos vitales: el fútbol. La Europol, o lo que es lo mismo, la organización de Policía europea, destapó ayer el mayor escándalo que recuerda el fútbol internacional. Una red de corrupción que ha generado más de ocho millones de euros de beneficios entre 2009 y 2011 a través de la manipulación de partidos y que no sólo pone en duda la profesionalidad de los más de 425 implicados –entre jugadores, árbitros y dirigentes de clubes–, sino que, como el propio Consejo europeo ha definido, «supone una gangrena que mata al deporte». Las cifras son escalofriantes: 680 encuentros amañados, 15 países implicados, 50 detenciones realizadas hasta el momento y dos millones de euros en sobornos. ¿La buena noticia? España, por una vez, se libra del escándalo.
«Se han identificado en Europa más de 380 partidos de fútbol profesional en los que ha habido prácticas sospechosas de apuestas ilegales». Así anunció Rob Wainwright, director de la Europol, la tela de araña que la organización policial europea acababa de desenredar. «Se ha probado la práctica de apaños en los resultados en 150 ocasiones, en los que las operaciones fueron dirigidas desde Singapur», añadió uno de los investigadores de la operación. La cúpula estaba asentada en el continente asiático, pero los «mediadores europeos» y varias conexiones rusas terminaban de dar forma al resto del engranaje. Una formación numerosa y cualificada que operaba gracias al uso de las nuevas tecnologías y cuya principal arma residía en Internet. Tras varios meses de investigación y después de haber analizado hasta 13.000 correos electrónicos, ya hay 28 órdenes de arresto en curso y 50 detenciones –14 de ellas en Alemania, donde los detenidos ya han sido sentenciados a un total de 39 años de prisión–.
Aunque no se han desvelado los nombres de los equipos que están implicados en la trama, la gravedad del asunto pasa ahora no tanto por el qué sino por el cómo. Los casos de soborno han llegado a afectar a casi un centenar de encuentros de la liga turca y la Bundesliga, a varios partidos del Mundial de Suráfrica e incluso a dos partidos de la «Champions League», uno de ellos jugado en Inglaterra.
Los únicos nombres propios que ha pronunciado la Europol han sido los de España, Argentina y Bolivia. El primero de ellos tan sólo para aclarar que España queda exenta de toda culpa: «Aunque en alguno de los casos los partidos se han jugado en territorio español, no se han observado irregularidades en la Primera División», especificó Friedhelm Althans, el inspector de la Policía alemana. Sin embargo, a Althans no le tembló el pulso para poner en tela de juicio a ambas selecciones suramericanas. Durante un partido sub-20, el árbitro húngaro que dirigió el choque señaló un penalti a favor del combinado albiceleste y añadió trece minutos de descuento. Una actitud que el organismo policial europeo ha calificado como «sospechosa».
La FIFA asegura que se mueven en esta práctica ilegal alrededor de 90.000 millones de dólares al año (63.000 millones de euros). Las apuestas deportivas en España mueven 30.000 millones de euros anuales y no están controladas por la Hacienda Pública. Si esto lo trasladamos al panorama internacional y lo unimos a una red criminal que opera desde Asia con ayuda de los clubes europeos, el cóctel resulta, cuanto menos, explosivo. Se calcula que los amaños mueven tanto dinero en el mundo como las apuestas deportivas. Y este caso no hace sino corroborar la evidencia. Según las informaciones que ayer aportó la Policía de la Unión Europea, esta trama habría reportado a sus autores beneficios por ocho millones de euros y habrían efectuado pagos por dos millones de euros en sobornos. Un hecho que ha conmocionado al mundo del deporte y a todos los organismos internacionales. La UEFA no ha querido quedarse al margen y ya ha anunciado que tomará medidas «en cuanto reciba toda la información» sobre la mayor trama de corrupción de la historia del fútbol mundial.

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