Los sucesores de Stoichkov

Son muchos los inmigrantes que han llegado a España en busca de un futuro mejor para sus familias. Rumanos, búlgaros, ucranianos o rusos son algunas de las nacionalidades que han aterrizado procedentes de la Europa del este. Casi 150.000 han llegado desde Bulgaria, un país situado entre Grecia y el Mar Negro. Navarra ha cobrado especial importancia para la colonia búlgara.

Se trata de la segunda comunidad autónoma donde más búlgaros residen. En torno a 6.000 habitan en territorio foral y su incidencia ha alcanzado los terrenos de juego. Ahora, un jugador y cinco colegiados búlgaros disfrutan del deporte rey en Navarra.
Uno de ellos es Silvester Rumenov,un joven de 19 años que arbitra en la Primera Regional navarra. Silvester llegó junto a su familia hace casi nueve años. Su padre vino a España para encontrar un empleo y se trajo a toda su familia con él. "Me adapté perfectamente. La gente es muy amigable y amable. El idioma lo aprendí en sólo tres meses, porque cuando vine todavía no había muchos búlgaros", recuerda el colegiado, que tuvo que aclimatarse a un país muy diferente. "La higiene es lo que más me llamó la atención. Aquí limpian las calles todas las noches". Ahora estudia una F.P. en Telecomunicaciones que compagina con sus labores como árbitro los fines de semana; un mundo que conoció después de unos años como futbolista. "Estuve cinco años en el Amaya y nos fuimos porque queríamos fichar por el Ardoi. Pero no sé qué pasó. No pudimos entrar y nos quedamos sin jugar en ningún equipo. Así, un amigo búlgaro, que llevaba tiempo de árbitro, nos invitó a entrar. Y hasta hoy", afirma. Su experiencia ha sido positiva, no piensa en dejarlo y reconoce que, aunque siempre hay protestas, la situación arbitral es mucho más complicada en Bulgaria: "Allí, si te pones a arbitrar igual sales escaldado. Aunque el público siempre protesta lo hagas bien o mal, en España se nos trata mucho mejor. No saltan a pegarte como en Bulgaria". Lo que tiene claro es que, por ahora, su sitio está en Navarra. "A Bulgaria voy sólo de vacaciones", señala.
Internacional búlgaro

Una historia parecida esconde Ivelin Vasilev. También aterrizó en España a raíz de los problemas laborales de su familia . Su padre perdió el trabajo y decidió venirse para España. Su familia pronto le acompañó. Once años después de su llegada, Ivelin estudia una F.P. en Marketing, aunque tiene claras sus preferencias: "Compagino los estudios con el fútbol, aunque prestó mucha más atención al fútbol". Como Hristo Stoichkov, el mejor jugador búlgaro de la historia, Ivelin es delantero y juega en España. Ha pasado por las categorías inferiores de Osasuna y ejerce hoy como referencia en ataque del Lourdes, de Tercera, con el que lleva tres goles. Asimismo ha debutado con la sub-19 y la sub-21 de Bulgaria, pero reconoce un abismo futbolístico entre ambos países: "Aquí hay mucho más nivel. Se nota que hay una Primera División muy fuerte". Con 19 años le queda una larga trayectoria como jugador. "Me gustaría volver a Bulgaria cuando acabe mi carrera futbolística. Pero, por ahora, estoy muy bien en España", afirma.
El fútbol vuelve a demostrar su capacidad para superar fronteras y unir a pueblos muy diferentes. Navarra es un buen ejemplo. Rumanos, senegaleses, colombianos, lituanos o búlgaros comparten su pasión por los campos de fútbol de toda la geografía navarra. 

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