El fútbol y los árbitros

Este miércoles, con 4-0, el Camp Nou coreaba el “¡Árbitro, qué malo eres!”. Mientras, España entera aún no se había puesto de acuerdo sobre si el ‘no gol’ de Luis Fabiano entró o no entró. Eso pasó el mismo día en que el Barcelona volvió a dar otra lección de fútbol, y Real Madrid y Sevilla se batían en un vibrante duelo con un precioso ambiente. No entiendo los motivos por los que un estadio se olvida, por unos instantes, de la brillante actuación de su equipo. Y tampoco entiendo los motivos por los que se habla más de la jugada de Luis Fabiano y Albiol que del partido en sí. De la inoperancia del Sevilla para llevar el timón, de la poca presencia de Jesús Navas o de la apatía de Perotti, cuya temporada es preocupante. O del buen planteamiento táctico de Mourinho. El golazo de Benzema, por lo menos, sí que ha acaparado las portadas que merece.
No entiendo que se anuncien y se comenten los colegiados de cada fin de semana. No son más importantes que los jugadores. No entiendo que se les juzgue con lupa. Tienen que decidir en décimas de segundo jugadas que los espectadores analizamos después de varias repeticiones. La jugada de Luis Fabiano, por ejemplo, que es cuestión de milímetros, ha dado pie a hablar de escándalos o robos. ¿Acaso alguna vez hemos pensado en ponernos en su piel?
Los árbitros no son los protagonistas de este deporte, ni de ninguno. El fútbol es de los futbolistas, y todo lo que sea crisparse con sus puntuales decisiones, es dejar de disfrutar de todo lo bueno que tiene. Puedo entender, hasta cierto punto, que se dialogue de forma sana sobre la forma de arbitrar, el baremo para sacar amarillas o para dejar jugar. Pero es tremendamente injusto poner el grito en el cielo por una acción puntual. Me produce repulsa que se hable de escándalos, robos y/o conspiraciones. A veces perdemos de vista lo más básico. Los equipos juegan entre sí, no contra los árbitros. Ellos no son el enemigo.
Noticia e Imagen:http://www.sportyou.es/


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