Amigos, camaradas, árbitros... hermanos

«¿Un consejo? Que esté tranquilo, con la cabeza fría y, sobre todo, que disfrute de ese momento». Fernando no tiene que meditar mucho su respuesta. La piensa tan solo un par de segundos. Tiempo más que suficiente para él. La experiencia de seis años en la élite le permite tomar decisiones con prontitud. Casi al instante. Con seguridad. Con firmeza. Como si se tratara de un partido. Él es árbitro de fútbol. De Primera División. Su nombre completo, Fernando Teixeira Vitienes.
El consejo va dirigido al 'novato' José Antonio, que permanece atento al otro lado de la mesa, mirando a Fernando casi con admiración. José Antonio también es árbitro de fútbol. También de Primera División, aunque aún no ha debutado. Lo hará esta misma temporada, a finales de agosto o primeros de septiembre, coincidiendo con el inicio de la Liga. ¿Sus apellidos? Teixeira Vitienes. «¿Mi debut soñado? No sé. El partido, el campo. me dan igual. Lo que quiero, lo que deseo, es que me vayan bien las cosas. Estar satisfecho del trabajo cuando acabe el encuentro». Y Fernando asiente con la cabeza.
El fútbol español está repleto de sagas familiares. Ha habido hermanos jugando en un mismo equipo (seguro que los más veteranos recuerdan a Paco y Rafael Lesmes), en clubes diferentes (Iván y Luis Helguera, por citar algún ejemplo cántabro), padres e hijos (Johan y Jordi Cruyff), tíos y sobrinos (Paco Gento y Julio Llorente), y cualquier parentesco que se quiera buscar. La hemeroteca habla de centenares de casos. Pero no se tiene constancia de que dos hermanos árbitros hayan coincidido en Primera División. Fernando y José Antonio Teixeira, dos santanderinos de 39 y 40 años de edad, respectivamente, representan un caso único. Nunca, hasta la fecha, dos hermanos han tenido el «privilegio» (como ellos mismos dicen) de arbitrar partidos en la máxima categoría.
Sentar a los dos en una misma mesa, o recorrer alguna de las zonas más turísticas de la ciudad, es adentrarse en una conversación que permite conocer de primera mano el lado más humano de un colegiado de Primera División. Fernando y José Antonio, quizá por ese «vínculo especial que nos da el ser hermanos» (dice el mayor de los Teixeira), mantienen un mutuo respeto plagado de admiración. «Fernando lo tiene todo como árbitro», subraya José Antonio. «Tiene talento (algo que es innato en él), sabiduría, experiencia, honradez y esfuerzo», añade. «Para mí, él es el mejor árbitro». «Toño (como Fernando llama a su hermano) es la tenacidad, una persona muy segura de sí misma y que ahora, con el ascenso a Primera División, ha tenido la recompensa a años de trabajo».
Está claro. Fernando, pese a ser un año más joven, es la experiencia. Lleva seis años en Primera División y ya ha estrenado la escarapela internacional de la FIFA. Habla con conocimiento de causa. Da consejos, analiza las situaciones, conoce a los jugadores de Primera División, a los internacionales. José Antonio es el esfuerzo, el trabajo bien hecho, las ganas del que llega a la élite. Ambos, juntos, representan a la perfección la nueva imagen de los árbitros españoles. Profesionales, verdaderos atletas preparados para representar al arbitraje español en cualquier lugar de Europa. «En el arbitraje español ya no se usa la talla XL», asevera con cierta ironía pero con total rotundidad Fernando. «Somos profesionales del fútbol. Estamos las 24 horas del día pensando, formándonos, centrados en el arbitraje», apoya José Antonio.
Con el paso de los años, Fernando se ha convertido en el mejor profesor para José Antonio. Él fue el primero en dar el paso. 25 años han pasado ya desde que decidiera convertirse en árbitro. ¿Y cómo se empieza en esto cuando todos los chavales quieren ser futbolistas?, pregunta el periodista. «Por un poco de todo», responde Fernando. «Como futbolista no era muy bueno que digamos. Jugaba en el equipo de mi barrio, el San Joaquín. ¡Pero la daba para atrás! Así que decidí seguir ligado al fútbol, no como jugador, como árbitro. De esta forma mantenía mi afición. Cada vez me gustaba más y hasta me permitía sacar unos durillos para mis gastos», explica. Papel relevante en un Fernando de tan solo 14 años jugó entonces su tío Andrés. También árbitro, él fue el hombre que le animó a convertirse en colegiado cuando Fernando comprobó que lo suyo no era dar patadas al balón. En el arbitraje Fernando Teixeira encontró la «rutina, la disciplina y la responsabilidad que estaba buscando con aquella edad».
Fernando fue el encargado de meter el gusanillo del arbitraje a José Antonio. Cuatro años después, el mayor de los Teixeira se convirtió también en colegiado.
En sus recuerdos quedan múltiples anécdotas, imágenes de botas hundidas en el barro de los campos, de vestuarios destartalados, de duchas sin agua, de viajes en autobús o en 'tranvías', de futbolistas, de consejos, de gritos, de padres exacerbados en las gradas, de amigos, de buenos y malos momentos. Hoy, veinticinco años después Fernando y José Antonio Teixeira se preparan juntos en San Román para el inminente comienzo de la temporada. Son dos-tres horas de entrenamiento diario convertido en un sanedrín sobre el mundo del fútbol, del arbitraje. Fernando, el profesor. José Antonio, el alumno aventajado.
¿Y lo peor de ser arbitro? «La familia», responde al instante José Antonio. «Son lo que más sufren, los que peor lo pasan. Nosotros sacrificamos muchas horas con la familia, nos perdemos multitud de cosas. Los entrenamientos, los viajes, los partidos. casi no tenemos tiempo para ellos». «Es lo más complicado de ser árbitro», apostilla Fernando. «Nuestro padre nunca viene a vernos a un campo de fútbol», desvela José Antonio. «Es muy difícil abstraerse de los comentarios que hacen hacia el árbitro», añade Fernando. «Hay muchos comentarios dañinos», insiste el hermano menor. Es más, José Antonio apunta que pocas veces ha ido a ver a su hermano a un campo de Primera División. «Y eso que la mayoría de la gente que tienes a tu alrededor es superagradable, pero siempre hay otros que tratan de provocar enfrentamientos». «¿A ver partidos en directo? Como mucho a El Sardinero, a ver al Racing (es el único equipo de Primera al que no pueden arbitrar). ¡Claro que nos reunimos en casa para ver un buen partido! Pero lo vemos de forma distinta, desde el punto de vista de un árbitro (entre risas). Mi cuñado dice que le hemos fastidiado la forma de ver el fútbol (más risas)».
«Y luego está la soledad del árbitro», dice Fernando. «La incomprensión social hacia la labor del colegiado. Todo el mundo entiende el error del futbolista, del portero, pero no el del árbitro. El más débil de un partido de fútbol es el árbitro», continúa José Antonio. «Y esas dos preguntas fatídicas que siempre nos hacen: ¿Cómo no lo has podido ver? O ¿Por qué no queréis la tecnología?... Yo creo que todo el mundo debería arbitrar una vez en su vida para saber lo que siente un árbitro», finaliza Fernando.
El pasado 27 de julio, Fernando Teixeira pitó el partido de ida de la tercera fase de la Europa League entre el AZ y el Goteborg (2-0). Victoriano Díaz Casado y Miguel Ángel Torre Cimiano fueron los asistentes. José Antonio Teixeira, el cuarto colegiado. Todos ellos cántabros. «Es una fecha histórica, un motivo de orgullo para el arbitraje cántabro, que ocupa hoy en día un puesto de privilegio en el panorama nacional e internacional», sostienen Fernando y José Antonio Teixera. «Es un logro que esconde años de trabajo desde los chavales de la base por parte del Colegio Cántabro de Árbitros presidido por Emilio Fernández Terente, el apoyo de la Federación Cántabra que dirige Alberto Vilar y del Comité Nacional, que preside el también cántabro Victoriano Sánchez Arminio», agradecen ambos colegiados. 


En la 'Primera'. José Antonio, a la izquierda, y su hermano Fernando, junto a la playa de El Sardinero . :: Celedonio

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