La historia de las tarjetas arbitrales

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Resulta tan común el ver en un partido de juego como un árbitro saca la tarjeta amarilla para amonestar a un jugador que ha tenido una falta dentro del terreno de juego o la roja para expulsar a un infractor tras una falta de mayor gravedad, que pocas veces nos preguntamos como llegaron estas al futbol o si pertenecerán al mismo desde tiempos inmemoriales.

Pero esto, no es así. Las tarjetas tiene una historia de apenas 40 años. Fue en el Mundial de 1970 cuando se utilizaron por primera vez, pero la historia de cómo fueron inventadas y por quién, nos llevan a contar una anécdota interesante.

El ingles Kenneth George Aston, quien fue maestro de primaria en su juventud y que dedicó casi toda su vida a la nada apreciada tarea del arbitraje, fue considerado en la década de los cincuenta como uno de los mejores nazarenos del mundo.

Sus inmejorables trabajos con el silbato lo llevaron no sólo a dirigir grandes partidos en su natal Inglaterra, si no a formar parte de la élite del arbitraje mundial. En la Copa del Mundo de 1962 que se llevó a cabo en Chile, George Aston fue elegido para el partido inaugural entre Chile y Suiza que ganó el conjunto local 3-1 con una destacada labor como juez central.

Esperando otro llamado, comentó con sus colegas que al que le tocara arbitrar el Chile-Italia tendría una bomba en sus manos, ya que este encuentro era considerado de alto riesgo por los sucesos que habían ocurido en días pasados, resulta que en unas declaraciones infortunadas algunos jugadores habían declarado a la prensa italiana que las mujeres chilenas “aunque no tan bellas, sí eran fáciles de seducir” en otras palabras, lo que se cuestionó fue la belleza pero sobre todo la virtud de las mujeres sudamericanas, lo que motivó el enojo de los aficionados chilenos.

Con los ánimos caldeados, aficionados, jugadores y medios de comunicación convirtieron este simple partido de futbol en una verdadera batalla. El que pasaría a la historia como “El Encuentro de Santiago” o “El Partido del Honor”.

La FIFA decidió que necesitaba del mejor árbitro para llevarlo a buen puerto.

El elegido, fue Kenneth, que sorprendido, se dio a la tarea de hacerlo lo mejor posible. No fue nada fácil la encomienda, ante la más mínima provocación, la policía militar  entraba al terreno de juego.

El árbitro, expulsó a dos jugadores italianos, pero estos, le decían que no le entendían. El hombre de negro les hacía señas de que salieran, pero los italianos solo se movían de lugar, pero sin abandonar el terreno de juego. Señalando su oreja, decían en italiano que no le entendían.

Kenneth, cansado, terminó por echarlos finalmente, pero se perdió mucho tiempo.

Tras el Mundial, el inglés se retiró pocos meses después y fue nombrado como miembro de la Comisíon de Arbitros de FIFA, de la que además llegaría a ser su Presidente. Ante los problemas crecientes por la falta de elementos demostrativos de la amonestación o expulsión de un jugador, buscó la forma de hacer más explícitas tales determinaciones. Mientras conducía por una calle de Londres, poco después del Mundial de 1966, el semáforo pasó de amarillo a rojo y Aston dilucidó que si el amarillo es prevención y el rojo alto total, bien podría aplicarse de la misma manera en el futbol: amarillo, para advertir;  rojo para señalar que la expulsión se había decretado ante los ojos de todo el mundo.

Su idea, gustó desde un principio. De inmediato se aplicó. El lugar, ni más ni menos que el Mundial de México 70. No existía mejor parámetro que una Copa del Mundo para saber si la idea funcionaba bien.

Lamentable o afortunadamente según se vea, el Mundial de México ha sido el más limpio de la historia y auque sí se utilizaron algunas amarillas, la roja jamás apareció...


Fuente: Medio Tiempo

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