El arbitraje en los tiempos de Raúl García de Loza


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El árbitro internacional Raúl García de Loza (Lugo, 1948), repasa en una entrevista su vida arbitral:
¿Por qué árbitro?
Yo jugaba en un equipo de A Coruña, el Maravillas. Era un equipo de barrio y, la verdad, tenía muy pocas oportunidades. Por allí paraba un árbitro que me ofreció meterme. A mí me parecía un sacrilegio, pero al final empecé a ir a unas charlas y un día me invitaron a participar como juez de línea. Y así empecé hasta llegar a ser árbitro internacional.
¿Su mejor recuerdo?
Cuando me dijeron que ascendía a Primera División. Me hizo más ilusión que cuando me dijeron que era internacional.
¿Y el peor?
Un partido Jaén-Betis de Segunda. Pité un penalti contra el Jaén en el último minuto. Nos quisieron linchar. Yo tuve que salir muchas veces escoltado por la fuerza pública desde la puerta del vestuario hasta la escalerilla del avión. Eso era muy problemático. Ahora ya no pasa.
¿Cómo asimilaba los errores?
Pues pasé muchas noches sin dormir. Pero también me sancionaron por admitir públicamente que me había equivocado. Un mes de sanción y otro mes sin que me pusieran ningún partido.
¿Es más fácil arbitrar ahora?
En Primera División, muchísimo más. El perfil de un árbitro hoy es el de un joven de 1,80 y a poder ser, rubio y de ojos azules. Nosotros íbamos con dos asistentes y hoy hay un cuarto árbitro y otro que está viendo el partido por televisión y te avisa. Mire, para un árbitro, lo más difícil es el penalti en los últimos minutos y la expulsión del jugador local. Si te descargan de esa situación, es todo mucho más fácil.
¿Cuánto se ganaba de árbitro?
Le voy a contar una anécdota: una vez, después de un Real Madrid-Barcelona, al llegar a A Coruña tuvimos que poner dinero de nuestro bolsillo.

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