Carta de una árbitra: "'Me vas a comer la...', me dicen los padres delante de sus hijos"

“Te vamos a matar”, “te vamos a cortar el cuello”, “no vais a salir de aquí, os vamos a esperar cuando salgáis”, “ojalá te estampes con el coche y te mates, hija de puta”. Frases como estas se escuchan continuamente en un campo de fútbol. Violencia. No solo física, también verbal. Violencia arbitral. Ser árbitro parece dar igual. Pero cuando eres mujer árbitro en un mundo de hombres, son muchas más las cosas a las que te tienes que enfrentar. Ya no solo es violencia: es machismo, es sexismo. Vulnerabilidad que te deja en fuera de juego. Hoy en día la posibilidad de un partido sin insultos es remota, algo ajeno al ser humano. Y es por ello por lo que tenemos que luchar. Atacar la fuente del problema y no al usuario final.

Vosotros, que nos hacéis renunciar por anticipado a cualquier tipo de felicidad. Vosotros, que volcáis vuestra furia ante actos injustificados. A vosotros os pido que os curéis por dentro, que os reparéis y os repongáis. Y entonces, y solo entonces disfrutaréis tanto como lo hacemos nosotros. Porque eso es algo que no nos podréis quitar. El olor a césped mojado, el botar el balón antes de salir al campo, el apretón de manos antes de empezar un partido. Y sobre todo la mirada ilusionada de los niños esperando el silbido inicial. Una mirada que se rompe con facilidad.

“Me vas a comer la…”. Ahora no me apetece, gracias. Padres que consiguen que un árbitro olvide sus sueños, su profesión y su devoción. ¿Ese es el ejemplo que queréis dar a vuestros hijos? ¿Es ese el ejemplo que os dais a vosotros mismos? “Vete a limpiar, que para eso es para lo que sirves”. Y lo peor es que esto lo diga una madre. Pero, ¿quién sois vosotros para hacernos sentir así? Podéis seguir viéndonos como delincuentes, culpándonos hasta del mal tiempo. Pero sabed que cada vez que lanzáis un insulto contra nosotros, también lo lanzáis contra vuestro hijo. Cuando un árbitro recibe un puñetazo de un padre, hay un hijo decepcionado. Cuantos más golpes recibimos nosotros, más se debilita el deporte. Algo de todos. Algo de nadie. Y, finalmente, lo que conseguiréis es que nos cansemos de aguantar vuestras agresiones, vuestros abusos. Y cuando eso pase ya no lo podréis evitar. “El fútbol no es perfecto. No comprendo por qué se quiere que el árbitro lo sea”. Pierluigi Collina.

Noticia e imagen: http://www.elperiodico.com/

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