Pichina: “Grabaría a los padres para que vieran el ridículo que hacen a veces”

José María Niño, archiconocido en el fútbol base de la provincia como ‘Pichina’, lleva más de diez años dejando su impronta como colegiado en partidos de niños

El nombre de José María Niño Bayón a buen seguro no diga mucho a aquellos que no son de su círculo. Incluso quien escribe ha tenido que preguntarle cómo se llama, tras años coincidiendo en los campos de fútbol de la ciudad. Sin embargo, si uno aclara que es ese el nombre de quien responde siempre al apelativo de ‘Pichina’, seguro que la respuesta será un franco “ahhh” que denota que lo conoce.
Árbitro federado desde hace más de una década –antes pitó en peñas–, es archiconocido por su carácter, que deja impronta. Para sí mismo es “alguien que viene del barrio”, natural en sus aciertos y en sus errores, que también los tendrá. Pero, sobre todo, carismático, algo en que los no pocos que lo conocen coincidirán.

¿Cuándo empieza ‘Pichina’ en el arbitraje?
En el arbitraje federado, en el 2004 o en el 2005, aunque antes ya pitaba peñas. Me gustaba, aunque mi vinculación con el fútbol base viene de antes. Yo fui fundador de las escuelas y formé parte de la fusión de lo que ahora es el Unión Delicias.

En todos los campos generas filias y fobias…
Sí. En cuanto llego, la gente dice “ahí viene el calvo” [risas]. Son muchos años y ya me conocen. A una gente le caeré mejor y a otra peor, pero yo lo que intento es que los niños que juegan mis partidos aprendan.
Esa es una de tus máximas, que dentro del campo ‘existís’ tú y ellos.
De lo que la gente no se da cuenta es de que los niños se aburren, hoy les gusta jugar al fútbol y a lo mejor mañana juegan al pádel o al fútbol sala. A mí me ha pasado en mi casa. Mis hijos han jugado al fútbol en los mismos equipos; luego el pequeño se fue a jugar al rugby y a hacer muay thai… Lo que tienen que hacer los padres es disfrutar.
No es la primera vez que te giras hacia la grada y ofreces el silbato a uno.
Sé que está mal, pero es lo que me sale, yo soy así. Uno aguanta tantas cosas que a veces le dan ganas de irse a casa. Pero yo prefiero no hacerlo. A esos padres habría que grabarles y enseñarles después el ridículo que hacen a veces, porque hay veces que protestan cosas que son absurdas, como pedir un fuera de juego en un saque de banda. Hay gente que va al campo a amargar al niño y que quiere dirigir él el partido desde fuera. Pues que vayan a la Federación y se hagan árbitros, como a más de uno le he dicho. Yo si le tengo que decir “sapo verde” a uno, se lo digo.

¿A qué crees que se debe esto?
A que ahora los padres se creen que sus hijos les van a sacar de pobres y van a comer del fútbol, que tienen en casa a un Ronaldo, un Messi o un Maradona en potencia, aunque todavía sean niños pequeños.

¿Ves esos malos hábitos también en los banquillos?
A veces sí. Hay gente que está muy formada y es educada, y otra que te preguntas cómo puede tener en sus manos a niños; vas, pitas y procuras que no haya jaleos. Pero por suerte cada vez son menos los que los montan. Yo por suerte no me he visto últimamente en muchos berenjenales. En los clubes veo que los malos hábitos de los padres dan rabia, pero lo que tenían que hacer era erradicar esas cosas ellos.

Después de tantos años, tendrás muchas anécdotas.
Hace años, recuerdo discutir con un padre y que su hijo viniera y me tirara del pantalón para pedirme que por favor dejara de discutir con él. Recuerdo otra vez, en los campos de la feria, que una señora gritaba “José” a pleno pulmón cada vez que un niño tocaba el balón, hasta que me acerqué al chico y le pregunté quién era. Me dijo que era su madre, y cuando le di el ‘pésame’, me dijo que en casa era peor [risas].

¿Alguna en la que te hayas visto envuelto en algún problema?
Hace unas semanas estaba pitando en el campo de la UD Sur y un padre empezó a protestar porque decía que estaban dando patadas a su niño y se lió con otro a mamporros. En lugar de ir a animarles y aplaudirles hay gente que va a hacer estas cosas.

Dentro del campo, con los niños, ¿cuál es el trato?
Intento enseñarles cuanto puedo, aunque es verdad que tampoco soy su entrenador y me puedo parar en cada jugada. Trato de ser cercano; al final, soy de barrio, igual que ellos. Ellos están para disfrutar, yo es lo que pienso. A mí me da rabia ver a un equipo que encaja diez o quince goles…

Esa naturalidad, aunque choque, te ha llevado también a ganarte el reconocimiento de la Delegación Provincial (en 2007).
Son cosas que alegran y que llenan de orgullo. Yo intento disfrutar al máximo, aunque sé que a unos les caigo mejor y a otros les caigo peor. Lo que me gusta es que con los años la gente me reconozca y me diga “¡hombre, Pichina!”, como Jacobo, el portero que salió de la cantera del Real Valladolid, o algunos que hoy están en el Promesas.

¿Cómo ves el arbitraje dentro del fútbol base de la provincia?
Cada vez hay más preparación. Las aulas son impresionantes, las clases son impartidas por gente que está muy preparada o alguno en la élite, como Óliver [de la Fuente Ramos, colegiado en Segunda] o Zancada [Jesús Zancada Lobato, juez de línea en Primera]. Yo voy a las pruebas, les ayudo con el material, y veo que no son sencillas.

Con todo lo vivido, y lo que te toca aguantar a veces, ¿recomendarías el arbitraje a los jóvenes?
Sin duda. A Samuel, el niño de 13 años que ha entrado este año, lo metí yo [dice orgulloso]. Aunque este año lo intenté con otro también, pero le debió entrar el miedo [cuenta con el tono socarrón que le caracteriza].

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