Granada exporta árbitros a la élite nacional

El debate sobre la instalación de la tecnología en el fútbol viene de antaño. Pocos han sido los avances que la FIFA se ha atrevido a encabezar en un deporte que apenas ha cambiado desde que celebró sus primeros partidos en las islas británicas y que, dicho sea de paso, respira los pocos días en los que no asoma por la parrilla televisiva, de la polémica que permite esta situación. La del pudo ser gol y no fue.
Sin embargo, que los últimos adelantos electrónicos no pisen el césped, no quiere decir que no se trabaje por la mejora del arbitraje, un mundo que es también mercado laboral para deportistas y en el que no es fácil abrirse paso para llegar a ser profesional y poder vivir de ello. Este progreso llega desde una exigencia cada vez más alta en el apartado físico del trencilla, que entrena a diario como un atleta más. También en el apartado de la formación, ya que el conocimiento de las reglas y su aplicación sobre el campo es puesto a prueba con rigurosos exámenes teóricos cada temporada. De su nota en ambas facetas, dependerá el ascenso, la permanencia o el descenso en cada categoría.
Durante algunos años, Granada dejó pasar este tren. El de la modernización y la exigencia en la profesionalización del arbitraje. Esta circunstancia obtuvo como principal consecuencia que no hace muchas temporadas atrás descendiera el número de colegiados en las principales ligas nacionales y autonómicas de forma preocupante. Esta circunstancia, claro está, no solo afectaba al arbitraje. Perjudicaba a todo el fútbol regional, que se encontraba salpicado una jornada sí y otra también por una violencia y pillería evitable y soslayada por a quienes les competía señalar.

Parece, no obstante y para alegría de los que gustan cada fin de semana de sentarse en una grada, en el banquillo o en una cabina de prensa, que esta situación está cambiando de unos años a esta parte. La muestra de esto se refleja en las cifras y el por qué lo explican las claves. En primer lugar, repasando los números, hace cuatro años la delegación granadina del Colegio Técnico Andaluz de Árbitros de Fútbol (CTAAF), contaba con dos árbitros y dos asistentes en Segunda división B, siete en Tercera y una decena en Primera Andaluza.
Hoy, Granada cuenta con representación de un árbitro y un asistente en Segunda división y otros dos árbitros y dos asistentes en Segunda B además de una docena en Tercera y catorce en Primera Andaluza. Una mejoría ostensible en cuanto a cantidad. Pero también en lo relativo a calidad.
Las claves, de esta situación las da quien fuera designado desde Sevilla para llevar a cabo la modernización de la delegación granadina del CTAAF. Luis Alcoba Rodríguez ha mantenido durante estos últimos cuatro años un discurso de ilusión que ha parecido calar en el arbitraje ya que cada temporada el Colegio que tiene su sede en la calle del Cristo de la Yedra recibe más de una veintena de solicitudes de nuevo ingreso.
Esto ha ocasionado que ya sean algo más de tres centenares de jueces los que se forman cada día en estas aulas con la misión de dar justicia al medio millar de partidos que se disputan cada fin de semana. «Hemos reforzado parcelas que eran muy necesarias», completa el delegado en Granada, «como la vocalía de capacitación -que es la que se encarga de los exámenes teóricos y las pruebas físicas-, donde hemos formado un gran equipo tanto de profesores como de preparadores físicos», afirma.
Históricamente, por número de licencias federativas, Sevilla y Málaga siempre han estado un escalón por encima de la delegación granadina en lo que al número de colegiados y su presencia en ligas nacionales se refiere.
No obstante, durante unos años Córdoba, Jaén y Cádiz relegaron a esta a un tercer plano, muy alejada de la pugna con el resto. Ahora «volvemos a competir en número de licencias con Málaga por volver a estar arriba» asevera Luis Alcoba, «lo que da una muestra de la mejoría que estamos experimentando», subraya.
El mejor ejemplo lo ofrece un árbitro al que todos sus compañeros de profesión aluden cuando se les pregunta hasta dónde quieren llegar. Juan Manuel López Amaya es un estudioso del fútbol, de su código de disciplina y de la forma con la que hay que entenderlo hoy día.
Su irrupción esta temporada en la categoría de bronce junto al asistente José Alcoba no ha sido casual. López Amaya y Alcoba Rodríguez han bregado en los campos más complicados del fútbol español y gozan de un nombre reconocible y respetado como pocos en el mundo del arbitraje nacional, por lo que no sería desacertado vaticinarle a ambos un futuro no muy lejano en la Primera división.
Los pasos de quienes retomaron el testigo de Manuel Castillo Estévez, último árbitro granadino de Segunda división -que militó desde la temporada 2002/03 hasta la 2004/05-, los siguen de cerca Antonio Artacho Cobo y Jesús Benjumea Álvarez. Para Artacho Cobo esta es su segunda campaña en la liga de bronce, mientras que Benjumea Álvarez suma doce años en la categoría.
A ambos los acompañan los asistentes José María Muñoz Yepes y Alejandro Vinuesa Sánchez, colegiados con juventud, ya que se encuentran estrenando la treintena y que conocen bien la categoría después de tres y cuatro temporadas en ella respectivamente.
Cabe subrayar, entre los que forman la élite del arbitraje granadino, a Juan Manuel Ruiz Aguilera, quien ha sido reconocido durante el mes de enero por el CTAAF como uno de los diez mejores árbitros de Andalucía. Ruiz Aguilera, que en las últimas pruebas quedó el séptimo de entre 73 colegiados, viajará en las próximas fechas a Madrid para dar el salto desde la Tercera división donde actualmente milita, hasta la Segunda B.
Otro de los argumentos que mejor dibujan la regeneración del colegio es el de la apuesta por las árbitras. Delegaciones como la sevillana y malagueña doblan a la de Granada en el número de licencias para el arbitraje. Sin embargo, es la granadina la que cuenta con mayor número de mujeres cada fin de semana repartidas en los campos de la provincia. Ahora, el próximo reto que se descubre en el horizonte es el de conseguir que alguna de estas jóvenes colegiadas alcance la internacionalidad, categoría que se consigue en caso del arbitraje femenino una vez ascienden a la Tercera división.
Un reto que marcha de la mano de otra iniciativa que cuenta con el mismo tiempo de vida y que también comienza a ver sus frutos. Eso sí, exceptuando contadas y aberrantes ocasiones como las que tuvieron lugar este pasado fin de semana. Se trata de la erradicación de la violencia hacia los árbitros, una tarea pendiente en España
El colegio granadino también ha sido uno de los pioneros en poner en marcha un protocolo recomendado por la Real Federación Española de Fútbol y que vincula de forma directa a las Fuerzas de Seguridad del Estado y a los comités de arbitraje. En este sentido, el control de los partidos 'calientes' por parte de Policía Nacional y Guardia Civil ha permitido prevenir episodios que hasta hace no muchos años abrían las crónicas del fútbol modesto.

Noticia e imagen: http://www.ideal.es/


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