Árbitro mexicano capacita a sus paisanos

El afamado silbante Marco Antonio Rodríguez, quien dirigió las últimas tres Copas Mundiales de fútbol y estuvo 14 años en la Liga Mexicana, visita diferentes ciudades de los Estados Unidos para dirigir clínicas de arbitraje y conferencias con las comunidades latinas con el fin de mejorar este importante aspecto del balompié.
De hecho Chiquimarco, como se le conoce en el mundo del fútbol, se reunió el martes 7 en Duncanville con varios presidentes de ligas de fútbol y árbitros amateurs, para conocer la problemática de este deporte en Dallas y el consenso fue que el arbitraje en nuestras ligas hispanas está muy mal preparado y urge sean capacitados sus nazarenos.
Marco Antonio Rodríguez también ha sido entrevistado esta semana por Erik Mora de Telemundo 39 y Xavier Olalde de la emisora ESPN Deportes Radio 1540 AM.

También es pastor evangélico
Marco Antonio, árbitro internacional, tras dirigir ocho finales del fútbol mexicano no encuentra problemas para ejercer ambas actividades.
“Decidí entregarme, desde hace años, al servicio de Dios, procuro estar en la iglesia el mayor tiempo que puedo, cuando no estoy en mi profesión de árbitro, me encuentro en el templo”, explicó. Rodríguez ya tiene en su palmarés dos partidos pitados en la Copa Mundial Alemania 2006, además de participar en Mundiales Sub17 y partidos de importantes torneos como las Copas Libertadores y sudamericana.

Por qué cambio su apodo
Cejas pobladas, mirada inflexible, rostro afilado, ojos hundidos, coronados por oscuras ojeras... y una pequeña boca en la que asoman puntiagudos colmillos que le valieron el curioso apodo de chiquidrácula, por su semejanza con un personaje de televisión. En el campo, los jugadores lo reconocen como una persona atenta y severa. Rodríguez pidió públicamente que le quitaran el sobrenombre de Chiquidrácula y a cambio adoptó el de Chiquimarco, porque “Drácula es un demonio”, explicó, y esa imagen no va con sus creencias.

Anécdota de fe

Fue en el Mundial de Alemania donde tuvo una inesperada anécdota relacionada con su fe. En Núremberg, mientras leía sobre los campos de exterminio de Adolfo Hitler, en sus oraciones pedía: “Señor, Alemania fue de las primeras naciones que levantaste. Ahora los veo con poco amor hacia ti”. Y en espera de alguna respuesta a su oración, a la mañana siguiente se encontró en su habitación un papel que decía: “Es un placer arreglarle el cuarto a un siervo de Dios, me llamo Graciela”. La empleada del servicio que le ordenó el cuarto era una evangélica de origen peruano.

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