Jóvenes en un fútbol de hombres
La afición por el arbitraje les llevó a iniciarse muy jóvenes y, a una
edad a la que aún no pueden beber alcohol o conducir, ya dirigen partidos de
Segunda y Tercera Autonómica. Más de 100 colegiados pitan partidos del fútbol
modesto en Galicia, según datos del colectivo que preside José Antonio Pérez
Muíño. La reciente paliza sufrida por Héctor Giner, de solo 17 años, por un
futbolista del Mislata y policía de profesión, A. M. M., recuerda las
situaciones de peligro a las que se enfrentan con cierta frecuencia los niños
que se inician con el silbato.
Eugenia Gil Soriano forma parte de una familia en la que pitan cuatro
hermanos. Empezó a pitar con 15 años. Con 17, destaca como velocista en
atletismo, y también arbitra en Segunda Autonómica. «Me sentía bien para estar
en esa división, aunque al principio te da un poco de miedo dar el paso. Es una
categoría un poco difícil. Necesitamos más apoyo para que no vuelvan a suceder
agresiones como ya hubo. Con frecuencia te encuentras impresentables. Los
insultos, cuando llegan de la grada me dan igual, pero en el campo no se pueden
consentir», explica.
No hay una edad mínima para ser árbitro, aunque en el Comité Técnico
Gallego recomiendan no hacerlo antes de los 10 años. En la delegación de
Ferrol, por ejemplo, fijaron en 12 la edad mínima para admitirlos al curso,
siempre con una autorización paterna. Comienzan en fútbol 8 y en un par de
temporadas pueden pasar ya a las categorías de adultos, a Tercera y Segunda
Autonómica. Como asistentes, siempre pueden participar en dos categorías
superiores a la que ostentan como colegiados principales, es decir, en la banda
se estrenan a edades más tempranas.
«En Galicia ya hay más de mil árbitros, y cerca de 100 son menores que
pitan en Autonómica. Pueden llegar hasta Preferente, pues en Tercera sí hay el
requisito de los 18 años como edad mínima», explica Pérez Muíño. La tendencia
actual de los organismos internacionales de potenciar árbitros jóvenes hace que
se admitan también vocaciones más tempranas.
«No recuerdo agresiones físicas a menores en Galicia, pero se les
insulta igual que a los mayores, tanto a los chicos como a las chicas. Solo hay
que pasarse una mañana por los campos para verlo en directo», añade el
presidente de los árbitros gallegos.
La temporada actual resulta bastante convulsa, aunque no se hayan visto
menores implicados. En diciembre, el entrenador del Muxía, Juan Cortés, fue
sancionado con un año por agredir a un árbitro. Y hace unos días le cayeron
tres temporadas de castigo a un jugador del Diablos Rojos, Alberto Álvarez, por
pegar a otro colegiado.
Un clima de crispación
Solo en A Coruña hay más de una decena de chavales menores de edad
intentando disfrutar del arbitraje en categorías como la Segunda y la Tercera
Autonómica. «Tenemos una preocupación enorme. Hay un clima social de
crispación, y parece que algunos van a desahogarse al campo de fútbol», añade
Roberto Jallas Amigo, delegado del colectivo arbitral en A Coruña. «Intentamos
tener gente joven para que empiecen pronto y se adapten a los tiempos, pero hay
mucha gente sin educación. Ves entrenadores de benjamines fumando en el
banquillo... Tenemos que seguir mentalizando a la gente», razona Jallas Amigo.
La crisis también repercutió en un aumento de personas interesadas en
dirigir. Se terminaron las campañas en las que se solicitaban árbitros para
divisiones inferiores. Sin esas necesidades, los colegios arbitrales pueden
hacer una mejor selección. En este sentido, seis menores acaban de hacer el
último curso de promoción del arbitraje en Ferrol. Por ahora, solo pitan
prebenjamines, benjamines y alevines de fútbol 8.
«Si al acabar la temporada pasan las pruebas pertinentes, pueden estar
el próximo año en Tercera Autonómica», explica el responsable de los árbitros
en Ferrolterra, Juan Manuel Díaz Vidal.
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