"El árbitro antes se cuidaba menos, era más pasota, ahora se preocupa más y es más profesional"



El mundo del arbitraje, sea cual sea la disciplina, siempre ha sido muy criticado a lo largo del tiempo, quizás sin pararse a pensar que si esas personas encargadas de dirigir los encuentros no sería posible el deporte. Y en el fútbol, con lo mediatizado que está, las críticas y los reproches se multiplican hasta llegar a límites insospechados. Es por ello que llevar más de 40 años arbitrando fin de semana tras fin de semana es algo muy meritorio y motivo de los mayores elogios posibles. Este es el caso de José María Regalado, conocido en todo el mundo del fútbol en Salamanca por su segundo apellido: Carbonero. 
Criado en los Escolapios y en el entorno del Paseo de Canalejas, donde asegura haber jugado buenos partidos de fútbol en mitad de la carretera, se introdujo en el colegio arbitral a finales de la década de los 60 de la mano de su buen amigo Manuel Martínez. Desde entonces han sido más las experiencias positivas que negativas, ya que reconoce que “si no fuera así no seguiría”.
A pesar de haber sido agredido durante el transcurso de un encuentro –como se puede ver en una de las imágenes–, no le faltan fuerzas para levantarse cada fin de semana, vestirse de corto e ir a los campos de fútbol a arbitrar los partidos que le toquen, sean federados, de fútbol modesto o del torneo Interempresas.
Con tantas temporadas a sus espaldas, José María ha podido comprobar in situ cómo ha cambiado la labor del colegiado. “Ha evolucionado mucho, somos más técnicos, antes éramos más pasotas. La gente se preocupa más ahora. Se entiende más de fútbol y de arbitraje que antes. El árbitro antes se cuidaba menos, íbamos más a la amistad y ahora se nota que se preparan más y hay más intención por ascender, es más profesional”, afirma.
Tanto es el gusto que tiene por la profesión que incluso ha vencido a una jubilación oficial y continúa ejerciendo su labor con la misma ilusión que el primer día. La mejor noticia de él que se puede tener es seguir viéndole sobre los terrenos de juego. Y que así sea por muchos más años.

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