Dos mujeres de fuerte vocación

COLOCA los conos de colores mientras los niños de ocho años dan vueltas a uno de los campos de fútbol sala del colegio Mendigoiti de Mendillorri. Pocos minutos después, hace el ejercicio para que los jóvenes (entre los 12 chicos solo una chica) la imiten. Brigitte Santana Morán, de 19 años, natural de Ecuador y nacionalizada española, acaba de comenzar su segunda temporada al frente del Mendillorri R de fútbol sala como entrenadora. Aunque lleve diez años jugando también a fútbol sala en Orvina, tres meses después de empezar a entrenar a los niños decidió dar otro salto en el deporte y tener el poder dentro del campo: ser árbitra de fútbol, una profesión no muy demandada entre las mujeres. De hecho, de los 200 árbitros y asistentes del Comité Navarro, solo dos son mujeres. Brigitte Santana es árbitro de Juvenil y asistente en Preferente mientras que Anayansy González, de 28 años, es linier en Tercera.
Tras la marcha de Judith Romano y Lorena Aznar, ellas son las dos únicas mujeres en el arbitraje navarro, pero su evolución es diferente. Anayansy, canaria de nacimiento, comenzó a arbitrar con 14 en las islas. Con 18 años, se trasladó a Pamplona a estudiar Enfermería y se inscribió en el comité de árbitros. "Lo utilicé como una manera de entablar amistad y, al haber tenido tan buena experiencia en Canarias, empecé aquí y ya llevo ocho años", explica Anayansy.
Santana, en cambio, comenzó gracias a su madre. "Cuando ella era joven le gustaba el fútbol y vio un anuncio del curso y me lo comentó. Al principio dije que no, pero recapacité", comienza.

Comienzo desalentador

Sus comienzos no fueron sencillos. En su primer partido tuvo que expulsar a un entrenador porque le espetó "Mujer tenías que ser" y los siguientes, en cadetes e infantiles, fueron un caos por la situación que creaban los padres y niños. Así, a las pocas semanas, Brigitte pensó en dejarlo y centrarse en entrenar y jugar a fútbol sala: "Hablé con el presidente del comité, Carmelo Miramón, y le dije que lo dejaba. Pero en una cena los demás árbitros me animaron a seguir y no tiré la toalla", recuerda Santana
A raíz de continuar en el arbitraje, la visión que Brigitte tenía sobre los colegiados cambió. Hasta ese momento, cuando dirigía los partidos de sus pupilos gritaba al árbitro como una más, pero desde que se convirtió en juez de los choques cuando vuelve al banquillo se controla más a la hora de mostrar su desacuerdo al árbitro.
Las dos hacen caso omiso a los gritos que a veces se acentúan por ser mujer. Brigitte asegura que a veces los jugadores "se quedan asombrados cuando te ven, pero yo les aseguro que voy a pitar lo que vea conveniente". El problema viene cuando los gritos provienen de la grada. Es distinto si el aficionado se encuentra en la banda e insulta a pocos metros del oído de la protagonista. Anayansy se atreve a esbozar por qué los espectadores se comportan de esa manera: "Al final, la gente aprovecha el fútbol para decirte lo que nunca diría a nadie. Me sorprende cómo cambian los aficionados. Seguro que ellos tienen un trabajo serio, pero llega el fin de semana y es diferente. En el fondo me da lástima".
Por suerte, el ambiente que se respira en el Comité de Árbitros es bien distinto y ha sido uno de los factores que ha influido para que las dos mujeres sigan arbitrando cada fin de semana. Anayansy asegura que "es una piña" y un "sector muy grande", pero siempre hay gente con el que congenias".
Pero la compenetración de los árbitros no se queda ahí. "Antes de comenzar el encuentro, el árbitro suele comentarnos cómo le gusta arbitrar", afirma Brigitte. Al principio, ella no usaba ese método, pero poco a poco lo ha establecido en su rutina. Este sábado arbitró el partido de segunda juvenil entre el Ardoi y el Lezkairu. Antes del duelo, la colegiada hizo su ritual: llegó al terreno de juego, cogió las alineaciones de ambos equipos y después de ponerse el uniforme, llamó a los jugadores y entrenadores de los dos conjuntos con el fin de explicar cómo iba a actuar. No le sirvió de mucho, hubo multitud de protestas desde la banda y tuvo que enseñar siete tarjetas amarillas y expulsar a dos jugadores.

Viajes, dinero y futuro

También los viajes les quitan mucho tiempo del fin de semana. En el caso de Brigitte se acentúa. Además de arbitrar dos encuentros, debe dirigir a su equipo de fútbol sala, así como jugar y echar una mano en su equipo de fútbol sala de Orvina. Hay fines de semana donde esos cuatro partidos se concentran en un mismo día y tiene que hacer malabares para estar en los cuatro lugares. Además, la joven joven saca tiempo para ponerse al día de las asignaturas de primer curso de Adaptación Social. Anayansy también compagina esta profesión con su trabajo. La canaria es enfermera de quirófano en la Clínica Universitaria.
Por supuesto, el dinero no es el motivo que les lleva a vestirse de corto cada fin de semana. Ayuda, pero no es el motivo principal de su incursión en este mundo dominado por hombres. Brigitte por ser asistente en Preferente gana entre 25 y 30 euros mientras que si es ella la autoridad dominante la cifra asciende a 50 o 60 ? en Juvenil.
Así seguirán durante un tiempo. Anayansy admite que si surge algo que le dé la oportunidad de crecer como enfermera tendrá que dejar el arbitraje. Hasta que llegue ese momento, se mantendrá en 3ª. No quiere ir más allá porque supondría dedicarle más tiempo y viajar por España. Brigitte, por su parte, está como una niña con zapatos nuevos. Le brillan los ojos cuando se le pregunta si continuará. Sin dudarlo un momento afirma que sí, pero matiza: "si los estudios me lo permiten.".

Noticia e imagen:http://www.diariodenavarra.es/

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