"Hay que hacerse respetar"
La de árbitro de fútbol ha dejado de ser una actividad mal vista, al
menos en la comarca avilesina, en la que una nueva generación de jóvenes
colegiados se abre paso y hace posible que donde antes había escasez ahora se
nada casi en la abundancia. Cerca de cien son los efectivos con los que cuenta
la Delegación de Árbitros de Avilés, con representación en todas las
categorías, si bien son las más pequeñas las que se han visto surtidas en los
últimos meses por hornadas de jóvenes de 14 a 17 años que han visto en el
arbitraje una posibilidad interesante.
Un lunes cualquiera el local de la Delegación de Árbitros es un
hervidero. Es el día de entrega de las actas de los partidos del fin de semana,
y también del dinero que los clubes pagan en cada partido por los derechos de
arbitraje. También es el momento de la reflexión, del repaso a las incidencias
del sábado y domingo con el delegado, José Fernando Herrero Paramás. Es un buen
momento para acercarnos y cambiar impresiones con los otros protagonistas del
fútbol.
Y nos hemos quedado con parte de la nueva hornada que ha decidido
vestirse de juez deportivo cada fin de semana. Casi todos son estudiantes que
han visto en el arbitraje una fuente de ingresos para gastos propios, a
expensas de verse con posibilidades, y sobre todo, con la suficiente vocación:
«Reconozco que ganar un dinerillo fue el primer motivo por el que me apunté al
curso. Los dos primeros años no me lo tomé muy en serio, pero llevo dos
temporadas muy metido en esto y tengo que decir que me gusta arbitrar
partidos». Daniel Peruyero tiene 20 años y dirige partidos de Segunda Regional,
una categoría muy complicada, más para los jóvenes, que tienen una máxima: «Hay
que hacerse respetar desde que llegas al campo».
Hacerse respetar
¿Y qué se hace para conseguirlo? «Explicar que estás allí para pitar lo
que ves y que no vas a consentir nada a nivel disciplinario. Tienen que
entender que no eres un niño, que eres el árbitro del partido». Es lo que todos
afirman, entre ellos la que actualmente es la única árbitro mujer, Patricia
Rebollar, que a sus 17 años es todo un carácter, una fama que conocen de sobra
los distintos equipos a los que dirige, en Tercera Alevín: «Hay que ponerse
seria, es lo que toca» y desvela que «por ser chica me insultan menos que con ellos,
parece que les da más corte». Le gusta el fútbol y probó en el arbitraje «por
curiosidad, y me gusta bastante aunque no creo que esté muchos años».
Daniel Fombella y su hermano Miguel son dos casos curiosos. El primero
de ellos, que jugó hasta noviembre en el Arenesco, equipo de Primera Regional,
reconoce que «en el campo yo era de los que protestaba mucho y ahora
entiendo lo difícil que es acertar en todas las jugadas y aguantar las
protestas». Y sentencia que «es mucho más difícil arbitrar que jugar, no te
puedes distraer ni un instante». Miguel se decidió a arbitrar siguiendo a su
hermano: «Al principio no me convencía mucho, yo era de los que desde la grada
tenía poca paciencia con los árbitros. Pero me empezó a gustar y reconozco que
falta comprensión, no es fácil arbitrar».
Borja Álvarez no jugó a fútbol y se decidió por el arbitraje tras una
charla en el instituto. Tenía 16 años y con 17 asegura que «quiero seguir
progresando en este mundillo». Luce una frondosa cabellera que suele ser diana
de los aficionados: «Hay de todo, unos te respetan y a otros ya los ves venir
desde el principio. Lo importante es hacer lo que crees que es correcto, el que
pita eres tú». El reglamento se lo saben pero «luego hay que aplicarlo en la
práctica y decidir en segundos. Eso es lo complicado».
A otro joven de 17 años, Daniel Cerrato, no le alteran las protestas,
«soy bastante tranquilo» y en su opinión «el arbitraje es difícil por todo lo
que le rodea y en cuanto a jugadas creo que el fuera de juego es lo más complicado».
Ninguno de nuestros primeros interlocutores ha vivido incidentes de
importancia en los partidos que han dirigido: «Ya no es como hace unos años, la
gente se va civilizando al margen de los insultos. Hace mucho tiempo que no se
producen agresiones ni altercados que antes eran más habituales». El delegado
arbitral de Avilés, Herrero Paramás, ha vivido de todo en sus once años en el
cargo, y entiende que ahora el arbitraje es mucho más llevadero, aunque siempre
hay una excepción que confirma la regla.
Hace un par de meses Jorge Valdés y el asistente Daniel Peruyero
acudieron al campo de Las Tolvas para dirigir el Titánico-Campomanes, de
Primera Regional. «Mediado el segundo tiempo un aficionado local protestó una
jugada y como yo estaba en la banda se dirigió a mí. Acabó sacando del bolsillo
una navaja para amenazarme», subraya el asistente. Valdés no lo dudó y
suspendió el partido ante la ausencia de Fuerza Pública. «¿Miedo? Está la valla
y no piensas que vaya a pasar nada, pero tampoco puedes quedarte tranquilo.
Cuando llegó la Guardia Civil el señor, que tendría unos 70 años, se había ido.
Tuvimos poca colaboración del club local».
Partidos para todos
Son una parte, pequeña pero representativa, del colectivo arbitral en
Avilés, que se ha llenado de caras nuevas, jóvenes y con capacidad para hacer
carrera, o intentarlo, en el arbitraje: «Hasta hace unos meses era muy
complicado hacer los cuadrantes del fin de semana. Ahora nos resulta hasta
difícil dar un partido a todos», dice Herrero con satisfacción.
¿Y qué hacer para ser árbitro? El responsable de la delegación
avilesina informa de los pasos a dar: «Se hacen cursos periódicamente y una vez
que superan la parte teórica, se inician las prácticas». Entiende que «el
reglamento, las normas, hay que aprenderlas, pero es fundamental que te guste,
tener vocación».
Noticia: El Comercio Digital
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