Undiano: "El tren del Mundial pasa pocas veces y he tenido la suerte de subir"

Tranquilo, pero extrovertido al mismo tiempo, Alberto Undiano Mallenco saluda a un conocido del barrio antes de comenzar la entrevista. Es un hombre casero y familiar. El domingo partirá en uno de sus ya habituales viajes. Destino a Bilbao, a San Mamés, donde arbitrará el Athletic-Tenerife. Dentro de unos meses, dejará de visitar ciudades de media geografía española para ir mucho más lejos. A Sudáfrica. Allí será el primer árbitro navarro de la historia en participar en una cita mundialista.
Hace meses desvelaba en una entrevista que este era uno de los sueños que le quedaban por cumplir. Ya se ha hecho realidad.
Pues sí, así es. Estoy muy feliz por el hecho de arbitrar en un Mundial. Era un sueño y se ha hecho realidad, aunque todavía no he asimilado del todo la noticia. Ya ha pasado una semana, pero aún no acabo de creérmelo. Es una suerte poder pitar en el mayor evento del mundo a nivel deportivo.
Tendrá la misma ilusión que tiene un futbolista que es seleccionado por su país...
Aunque a la gente no le llame mucho el mundo del arbitraje, estar en un Mundial es especial para cualquiera. Para los futbolistas, para los seleccionadores, para los periodistas, y también para los árbitros, por supuesto. Es la ilusión que se tiene de niño, aunque de pequeño lo más normal sea querer jugarlo alguna vez.
Va a ser el primer colegiado navarro en hacerlo. No sólo cumple su sueño, sino el que no pudo cumplir Daniel Zariquiegui en su época.
Daniel Zariquiegui fue un magnífico árbitro en su tiempo y aunque estuvo en la élite no tuvo la suerte de poder pitar en una Copa del Mundo de selecciones. Muchas veces, estas cosas dependen de la suerte que tengas en el momento. La metáfora del tren es muy apropiada para estos casos. Pasa una vez y hay que cogerlo. Para mí, ha pasado y he tenido la suerte de poder subirme a él.
Una gran noticia para usted y también para Fermín Martínez, que le acompañará como auxiliar de banda.
Para él también supuso una inmensa alegría. Los dos llevamos muchos años pitando juntos, hemos salido de un colegio pequeño y es un gran hito.
Todo un lujo ver en los campos de la Tercera navarra a un linier que estará en Sudáfrica.
Sí, es un aliciente que Fermín acuda como linier a algunos partidos de Tercera, porque se trata de un hombre con mucha experiencia. Le encanta el fútbol y siempre que puede auxilia en algún encuentro regional. Y ahora va a estar en Sudáfrica. Está también muy feliz.
Sorprende ver dos árbitros de un país con poca tradición como Nueva Zelanda en la lista. ¿Qué criterios sigue la FIFA en el proceso de selección?
Entiendo que aquí en España sea sorprendente, porque tenemos muy presente la fuerza del fútbol europeo y su tradición. Pero la FIFA sabe lo que hace. Hay una serie de duras pruebas que debemos pasar, además de pitar en muchos partidos internacionales, en competiciones previas como la Copa Confederaciones. Aunque sea un dato chocante, estos dos árbitros están en la lista porque la FIFA ha creído que se lo merecían. Hoy en día, sean de la nación que sean, las diferencias entre los árbitros son muy pocas y los hay muy preparados en muchas partes del mundo.
¿Qué objetivo personal se marca para el Mundial de Sudáfrica?
A corto plazo, todavía tengo que ver si estoy entre los 24 árbitros oficiales. Ahora somos 30, de los que 6 actuarán de cuarto árbitro y sustituirán a cualquiera que se lesione o sufra un contratiempo. A ver si me puedo meter entre esos 24 y luego ya veremos. Si en el primer partido sale todo bien, habrá mimbres para seguir adelante.
¿Y pitar la final?
Sería increíble, pero lo veo todavía un poco utópico. Para un colegiado, arbitrar una final del Mundial es lo máximo, es el partido más importante que puedes llegar a pitar en tu carrera. En la historia, ha habido una veintena de árbitros que lo han conseguido y entrar en esa lista es histórico para cualquiera de los que vamos a estar en Sudáfrica. Pero, de momento, no me obsesiona y lo veo como algo muy lejano.
Uno de los motivos por los que no la pitaría, sería que la selección española la va a jugar. En ese caso, ¿la cambia por el partido de tercer y cuarto puesto?
(Risas). Esa pregunta es muy maliciosa, así que la dejo en el aire. Si la pregunta se refiere a las posibilidades de España, creo que es una de las favoritas indiscutibles. Tiene un grupo increíble de futbolistas, con un plus añadido con respecto a otras veces. Ahora se lo creen, después de ganar la Eurocopa. Pero un Mundial es largo y pueden ocurrir muchas cosas. Y lo de pitar o no pitar la final por eso... Creo que si llegara hasta las semifinales o el tercer y cuarto puesto y me volviera a casa porque la selección española está en la final, regresaría contento.
Cambiando de tema, en la Liga sigue siendo el colegiado menos "maltratado" mediáticamente.
Eso nunca se sabe realmente (ríe). Los palos siempre te caen por todos los lados. Aunque la prensa de Navarra siempre me ha tratado con respeto, está claro que hay infinidad de medios nacionales y regionales que dan sus opiniones y no siempre son favorables. Es algo para lo que un árbitro tiene que estar preparado, pese a que reconozco que intento mantenerme aislado de todo esto. No me obsesiona.
¿Le molesta que se critique con tanta facilidad la labor arbitral? Es muy sencillo valorar el acierto de un árbitro con las 7 repeticiones de la televisión, ¿no cree?
Es muy fácil, sí. Más fácil que hacerlo cuando uno está dentro del campo, donde tenemos que decidir en milésimas de segundo. Nuestro trabajo es muy complicado, pero lo de las críticas lo llevo bien. El fútbol va asociado a la polémica y contra eso no se puede hacer nada. Al final, te acostumbras a estar expuesto a los comentarios.
Para eso, ¿es necesaria una preparación psicológica?
Aunque parezca mentira, lo es. Siempre digo que el arbitraje tiene tres patas: la técnica, la física y la psicológica. La técnica es elemental, debemos conocer el reglamento. La física, lo mismo. Tienes que estar en forma para arbitrar. Y la psicológica es la rama en la que más cosas se están haciendo hoy en día. Porque la presión es muy grande, más aún dependiendo del partido. Y es importantísimo estar preparado psicológicamente antes y después de un encuentro.
Con los jugadores y técnicos, ¿qué tal se llevan los colegiados?
Muy bien, tenemos una relación cordial y correcta, sobre todo conforme pasan los años.
Volvió a arbitrar un derbi entre Barcelona y Real Madrid, el cuarto en su carrera. Por el contexto de grandes estrellas, ¿ha sido el más mediático de todos?
(Duda un poco). No lo sé, todos son muy especiales porque son los dos mejores equipos de la Liga y porque es un acontecimiento con repercusión mundial, con mucha audiencia y mucho seguimiento. La Liga cada año va a más y siempre suele haber más de 5 de los mejores jugadores del mundo en ese partido. Siempre son especiales.
En el primero de todos esos "clásicos", ¿se puso nervioso?
No especialmente, aunque la primera vez que recibes el señalamiento Barça-Madrid sí que te quedas un poco sorprendido. Piensas: "En dónde me he metido...". Pero no suelo ponerme nervioso. Soy un hombre muy tranquilo.
¿Tiene alguna manía antes de saltar al campo?
Ninguna, soy poco supersticioso. Estuve muchos años pitando con el mismo silbato, pero hace poco lo tuve que tirar porque se estaba quedando ya muy viejo (ríe). Pero no soy de salir pisando con uno de los dos pies al césped ni nada de eso. Simplemente, me suelo santiguar antes de entrar al terreno de juego.
Viendo el panorama, es algo poco usual iniciarse en el arbitraje. ¿Cómo empezó usted en esto?
Pues de casualidad. Comencé a jugar a fútbol en el barrio, no era muy bueno y cuando entré al instituto Irubide lo dejé. Pero tenía mono de fútbol los fines de semana y me convencieron para arbitrar un partidillo. Fui a Berriozar, con un chándal negro y un silbato que era casi de la tómbola (sonríe). Me lo pasé bien y seguí haciéndolo, hasta que ingresé en el colegio de árbitros. Fueron apuntándose amigos de la cuadrilla, hicimos un grupillo y hasta aquí he llegado.
¿Cuándo se dio cuenta de que podía llegar lejos como árbitro?
Nunca imaginas que puedes llegar a arbitrar en Primera, pero sí que Javier Lorente, que era presidente del Comité Navarro de Árbitros, una vez me dijo que creía que podía llegar lejos. Yo estaba en Preferente y entonces me lo tomaba como un hobby. Y desde aquella charla ha pasado mucho, pero he conseguido llegar hasta donde estoy ahora, aunque nunca lo pensé.
¿Su familia se lo tomó bien en su momento?
Más o menos... (ríe). No muy bien al principio. No me lo prohibieron, pero a mis padres no les hacía mucha gracia. Recuerdo que cuando tuve que hacer el examen de árbitro juvenil, con 16 años, al principio no quisieron firmarme la autorización. Pero con los años lo fueron asimilando. Mis hijos lo pasan peor, porque ven que su padre está mucho fuera de casa, y me pierdo bastante el poder disfrutar de ellos.
La gente, ¿a veces no comprende que la vida de un árbitro es dura?
Desde luego que no. Dedicamos muchas horas a cursos de formación, seminarios, pruebas físicas, entrenamientos... Vivimos casi en los aeropuertos. Es una pena, pero a muchas personas les parece que nos teletransportan de estadio a estadio cada semana. Y no es así.
¿Qué hace Alberto Undiano en un día normal de su vida?
Lo normal. Llevar a los críos al colegio, entrenar por la mañana, comer con mi mujer, ir a buscarlos por la tarde y después disfrutar en familia.
Seguro que necesita desconectar mucho del fútbol.
(Ríe). Muchísimo. Es necesario, porque si no la carga mental de fútbol es aborrecedora. Prefiero ir al cine o ir a ver otros deportes como el balonmano o el fútbol sala.

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