¿Por qué me hice árbitro?
Grandes
árbitros argentinos nos cuentan cómo se hicieron árbitros:
HORACIO
ELIZONDO
“El
primer antecedente como árbitro se dio cuando estudiaba el profesorado de
educación física y me pusieron a dirigir un partido de handball. Se ve que lo
hice bien porque el profesor que me eligió –Alfredo Miri– al terminar ese
partido me preguntó si nunca había pensado en ser árbitro. Lo cierto es que
aquel profesor me sembró la duda y empecé a preguntarme si de verdad tendría
‘pasta’ para el arbitraje. Al año siguiente me anoté en el curso pero más como
una curiosidad que otra cosa. En ese momento no hubiese sabido responder por
qué me anoté, pero con el tiempo comprendí que ésta es mi gran vocación y que
encierra muchos conceptos arraigados en mi forma de ser.”
DANIEL
GIMÉNEZ
“Mi
vocación comenzó en el cuartel, en el Regimiento de la Liguria, en Resistencia,
Chaco. Tenía 26 años, ya era sargento y practicaba muchos deportes cuando me
solicitaron para dirigir un partido entre la Batería Comando y la Batería A. Lo
hice con muchísima naturalidad y me fue bien, porque al final me felicitaron
todos. Lo cierto es que al poco tiempo de aquel estreno me llamaron del Círculo
de Suboficiales del Ejército para dirigir en un torneo. ‘Yo no soy árbitro’,
les dije. ‘Puede ser, pero nos gustaste mucho el otro día’, me contestaron. Yo
pienso que al arbitraje uno lo lleva en la sangre: uno nace árbitro.”
HÉCTOR
BALDASSI
“Empecé
en esto para complacer a un amigo que me insistía todos los días para que
hiciera el curso. Se llama Marcelo Negrete y hoy es juez asistente. Acepté la
idea y empecé con el curso de árbitro. La idea no me convencía demasiado porque
yo había renegado siempre con los árbitros, pero con el tiempo me fui poniendo
la camiseta. Hoy siento que somos bastante psicólogos dentro de un campo de
juego y el pasado como futbolista me ayuda a entender qué ocurre en la cancha,
cómo y por qué reacciona cada futbolista.”
OSCAR
SEQUEIRA
“Todo
comenzó por casualidad. Yo jugaba al fútbol y un día faltó un árbitro, nadie se
quería hacer cargo de dirigir el partido. Había que pensarlo bien porque se
trataba de esos campeonatos relámpago que se juegan por guita. Al final terminé
yendo yo. Simplemente porque era de los más grandotes, aunque no sabía nada de
reglamento. Pero por lo menos, por el tema de la altura, me iban a respetar.”
“Me gustó
pero jamás tuve en mente seguir con el arbitraje. Al tiempo, el padre de
Abraham Serrano (actual juez asistente), que había sido árbitro, me invitó a su
casa para enseñarme el reglamento. Yo no tenía idea de que existían 17 reglas y
ahí las aprendí.”
ANGEL
SÁNCHEZ
“fue
cuando empecé a estudiar inglés con Susana, una profesora del barrio. Ella se
casó con Juan Carlos Crespi, el árbitro, que además vivía enfrente de mi casa.
Recuerdo que un día lo vi dirigir a Lanús, en la C, y, como no le fue bien, en
la semana en el barrio lo empezamos a criticar. ‘Si vos sabés tanto, ¿por qué
no venís y dirigís?’, me toreó un día. A mí mucho no me convencía hacer el
curso, pero me anoté con una idea en la cabeza: tener el carné y que sirve para
entrar gratis a la cancha. Por eso me metí. Con el tiempo, claro, le encontré
el gusto.”
SERGIO
PEZZOTTA
“La
primera vez que se me cruzó por la cabeza ser árbitro fue en 1990. Estaba en un
bar del centro de Rosario con mis compañeros de la escuela secundaria viendo la
final del Mundial ’90 entre Argentina y Alemania. Cuando Edgardo Codesal cobró
ese penal a favor de los alemanes en los últimos minutos del partido me detuve
a pensar en el árbitro: qué debería sentir, qué debería pasarle por adentro de
su cuerpo, sabiendo que tenía todo un país que lo odiaba. Esa fue la mecha
porque a los pocos días le comenté a mi viejo y él me puso en contacto con un
amigo suyo de la Asociación Rosarina. La carrera la hice muy rápido. Me ayudó
mucho la edad y la estatura (1,90) porque se apuntaba a gente joven y que diera
una presencia fuerte. Hoy pienso que si no cobraban ese penal o si Argentina
ganaba aquella final tal vez nunca hubiera llegado a ser árbitro.”
CLAUDIO
MARTÍN
“Yo
jugaba al fútbol y cuando estaba por cumplir 25 años leí un aviso en el diario
La Capital, de Rosario, en el que se buscaban árbitros. Pensé que podía ser una
linda changa de fin de semana y que me servía, a su vez, para seguir ligado al
fútbol y ganarme algunos mangos más. Hoy el arbitraje para mí ya no es una
changa, es como una droga, no lo puedo dejar. Uno está más pendiente que el
jugador. Si no te toca un partido el fin de semana sentís que te falta algo.”
GABRIEL
BRAZENAS
“Todo
surgió casualmente, cuando tenía 16 años. Yo iba seguido al club de barrio
Monte Chingolo, en Lanús Este, a ver los partidos de fútbol infantil donde
participaba mi hermano, que tenía 10 años por entonces. Ocurrió que un día
faltó el árbitro y nadie quería hacerse cargo. A mí me dio pena por los chicos,
que se iban a tener que volver a sus casas sin jugar, y me animé a agarrar el
silbato. Dirigí el partido y se dio justo la casualidad de que el rival de
Monte Chingolo era el equipo del presidente de la Liga de Fútbol Infantil. Y
resultó que al tipo le gustó como dirigí y me propuso seguir. Después se fueron
dando las cosas. No sé qué hubiera ocurrido si aquella tarde el árbitro que iba
a dirigir al equipo de Monte Chingolo hubiera venido.”
Fuente: El Gráfico
SON COSAS QUE CASI NADIE SABE Y SON MUY IMPORTANTES PARA LOS ÁRBITROS DEL FUTURO QUE MAESTROS COMO ESTOS NOS COMPARTAN SUS EXPERIENCIAS
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