Alimentación en el deporte: LOS NUTRIENTES

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Cuando se practica un deporte con cierta intensidad, el metabolismo tiene que adaptarse a la nueva situación, por lo que las necesidades de nutrientes cambian significativamente. Por lo que explicaremos cómo afecta la actividad deportiva a los requerimientos de cada uno de los nutrientes esenciales:
  • Agua y electrolitos
  • Hidratos de Carbono
  • Lípidos
  • Proteínas
1. Agua y electrolitos
La cantidad de agua que se llega a perder por la sudoración puede ser lo suficientemente importante como para llegar a la deshidratación si no se actúa correctamente. Por tanto, la reposición de líquidos debe ser una de las principales preocupaciones de los preparadores físicos y de los deportistas.
Se sabe que la sudoración supone pérdida de agua y de diferentes electrolitos: cloro, sodio, potasio, calcio, magnesio, etc. Por lo tanto, la reposición hídrica no puede sólo consistir en reponer agua y sal, además debe introducir el resto de electrolitos, cuya misión dentro de la actividad deportiva está bastante definida:
Potasio: Función muscular - Almacenamiento de glucógeno - Equilibrio hídrico
Sodio: Equilibrio hídrico - Activación enzimática
Calcio: Activación de nervios y músculos - Contracción muscular
Magnesio: Activación enzimática - Metabolismo de proteínas - Función muscular
Fósforo: Formación de ATP

Se recomienda que se tomen en cantidad suficiente a través de una dieta sana, equilibrada y variada, adecuada al deportista, y que solo se utilicen compuestos tipo “suplementos vitamínicos” en caso de necesidad.
Aunque con las cantidades recomendadas por la RDA (Recomendaciones Dietéticas Aconsejadas) se cubren las necesidades generales, en la dieta del deportista hay que tener en cuenta otras particularidades directamente dependientes del acto deportivo:
  • La duración de la prueba
  • La intensidad con la que se practica
  • Las condiciones climáticas externas (temperatura y humedad)
El objetivo es cubrir las pérdidas “extra” que se produzcan. Como dato indicativo, se admite que con un trabajo corporal intenso en un clima moderado, la pérdida de agua es de aproximadamente 1-1,5 l/hora. En individuos entrenados y aclimatados pueden mantener tasas de sudoración mayores a 2 L/h durante varias horas, cuando realizan ejercicio en condiciones calurosas y húmedas.
Solo se recomiendan las bebidas que contienen carbohidratos en concentraciones de 4% a 8% para eventos de ejercicio intensos que duran más de 1 hora, en los ejercicios físicos de intensidad moderada y con una duración menor de 1 hora, la rehidratación puede llevarse a cabo con agua.
Las normas a tener en cuenta para conseguir un aporte adecuado de líquidos en un acto deportivo son las siguientes:
  • Asegurar que se compensan las pérdidas, sobre todo en deportes de resistencia (dada su larga duración).
  • Rechazar el suministro de tabletas de sal aisladas
  • Beber líquido sin una cantidad de sal adecuada (agua del grifo, té, refrescos, etc.) es poco acertado, ya que puede ocasionar una mayor pérdida de electrolitos y producir “rampas musculares”
2. Hidratos de carbono
Es la principal fuente de energía para el organismo debido a su alta rentabilidad. Las dos “despensas” orgánicas son el hígado y el músculo, y en el acto deportivo la utilización de una u otra es importante, ya que tienen funciones diferentes:
El glucógeno del hígado regula la concentración de glucosa en sangre, y es esta glucosa la que alimenta el cerebro de forma constante. Si el cerebro está bien alimentado funciona bien, lo que garantiza la capacidad de concentración y un buen estado de ánimo.
Por su parte, el glucógeno muscular debe abastecer las necesidades del músculo para llevar a cabo el trabajo derivado del desarrollo de la actividad deportiva.
En la dieta del deportista se aconseja que entre un 60%-70% de las calorías consumidas diariamente procedan de hidratos de carbono, debido a su gran importancia. En una dieta de 3.000 kcal, aproximadamente, 1.900 kcal deben proceder de hidratos de carbono. Para asegurar estas cantidades, tras cada entrenamiento se han de aportar unos 405 g de carbohidratos.
No todos los hidratos de carbono son iguales, existen diferencias entre unas moléculas de hidratos de carbono y otras, según su posibilidad de ser utilizadas por el organismo, y el tiempo que pasa desde que se toman hasta que pueden ser utilizadas: las de absorción lenta y absorción rápida y que es lo que se conoce como "índice glucémico", según el cual se pueden dividir en:
  • Azúcares de IG elevado: (glucosa, maltosa, poliglucosa, puré de patatas, arroz blanco, pasas). Son azúcares simples y de rápida absorción por parte del intestino, o complejos pero compuestos por almidones fáciles de hidrolizar. Es muy útil su ingesta durante el ejercicio, aunque exponen a posibles hipoglucemias (disminución de los niveles de glucosa en sangre) al prolongarse el ejercicio.
  • Azúcares con IG medio o bajo: (sacarosa, fructosa, arroz integral, patatas, batatas, legumbres, pan integral). Su absorción intestinal es lenta o sus almidones son ricos en almilosa poco gelatinizada y pobres en amilopectina más difícilmente atacables por las amilasas. Son los mejores para pruebas que se desarrollan en periodos de tiempo prolongados.
Es importante destacar que los hidratos de carbono no digeribles (celulosa, hemicelulosa y pectina) y que se encuentran en las capas externas de los cereales (salvado), algunas frutas y verduras no son aprovechables como sustrato energético, sin embargo, forman parte de la fibra y pueden enlentecer la absorción de azúcares, provocando IG más bajos. Por ejemplo: la pasta integral tiene un IG más bajo que la pasta normal. Este fenómeno ocurre con todos los productos integrales.
3. Lípidos
Son menos rentables energéticamente que los hidratos de carbono, pero tienen mayor disponibilidad, debido a que el organismo dispone de una “gran despensa”. Son el mejor combustible en pruebas de larga duración. La energía procedente de los lípidos se utiliza una vez agotada la procedente del glucógeno.
Se almacenan en el tejido adiposo en forma de triglicéridos. Estos ácidos grasos pueden ser saturados e insaturados (mono y poliinsaturados). Los lípidos, además de suministrar energía, constituyen la fuente indispensable para el aporte de vitaminas liposolubles A, D y E. No obstante, estas ventajas no deben inducir a una dieta rica en grasas para los deportistas. La ingesta de grasa debe representar de modo general alrededor del 30% de las necesidades energéticas diarias, excepto en los deportes de resistencia, que se puede llegar al 35%. También se recomienda sean grasas de calidad, procedentes de aceite de oliva, frutos secos y pescados grasos, evitando las grasas saturadas procedentes de carnes rojas, mantequillas y natas.
4. Proteínas
El deportista suele tener mayores requerimientos proteicos, no solo por la cantidad de masa muscular, sino porque hay un mayor grado de ruptura de proteínas musculares durante el ejercicio físico. Teniendo en cuenta que las recomendaciones para un individuo normal son de 0,8g/kg/día, se está recomendando para deportistas un 20% más de proteínas.
La deficiencia de proteínas en la dieta del deportista puede provocar:
  • Disminución de la capacidad de resistencia mental y corporal.
  • Insuficiente formación de proteínas corporales, con la consiguiente pérdida/desgaste muscular.
  • Actividad enzimática disminuida, con la consiguiente ralentización de los procesos metabólicos.
  • Menor resistencia a infecciones.
Hay dos características de las proteínas que las hacen especialmente importantes para el deporte:
  • Su participación, como enzimas, en todas las reacciones metabólicas, incluidas la síntesis/degradación de hidratos de carbono, lípidos, etc.
  • Su escasa participación como sustrato energético. Sólo funcionan como tal cuando las reservas de carbohidratos y lípidos se agotan.
Se recomienda, en la dieta del deportista, que el alimento rico en proteínas (carne, pollo, pescado, huevos, embutidos magros, lácteos y derivados) se tome en porciones pequeñas y combinadas con otros alimentos que aumenten su digestibilidad.
Las recomendaciones medias de proteínas son las siguientes:
Actividad: Proteínas/kg peso
Adultos no deportistas: 0,8-1 g
Deportistas de resistencia: 1,2-1,5 g
Deportistas de resistencia y velocidad: 1,5-1.7 g
Deportistas de fuerza: 1,5-2.0 g
Deportistas durante el entrenamiento de fuerza: 2.3-3.0 g

Por último, debemos destacar que un consumo excesivo de proteínas conduce a efectos claramente negativos como la mayor producción de urea y ácidos no metabolizables, que aumentan las necesidades de agua para su excreción. Además, la acidosis consiguiente debido a estos últimos compuestos, conduce a movilizar el calcio procedente de los huesos para compensar este efecto.
5. Micronutrientes
En general, se puede decir que todas las vitaminas están aumentadas en los individuos que llevan a cabo una actividad física de cierta magnitud y con frecuencia, aunque en la actualidad se está lejos de poder cuantificar esta necesidad y mucho menos dentro de cada modalidad deportiva.
Aun así, si se lleva una alimentación equilibrada y adecuada en cantidad y calidad respecto de energía y macronutrientes, también es adecuada y equilibrada respecto de los micronutrientes.
Referencia: UNED. Facultad de Ciencias. Nutrición y Dietética.


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