Árbitro y maestro


Se le ubica como un apasionado del arbitraje. Cristian Preciado Álvarez ha recorrido la legua en varios circuitos locales, y ha aplicado con éxito el reglamento del futbol soccer.
Se graduó como licenciado en Educación Física en esta capital y confiesa que desde niño, al igual que otros se sintió atraído por practicar el futbol soccer y por estar atento del desempeño del protagonista 23 en la cancha, como es el nazareno.
"Se dice fácil, pero ya pasaron varios años, pues en el arbitraje empecé en el 2002 y fue para mí mismo sorpresivo el sentirme bien aceptado en todas las ligas que han requerido de mis servicios y es así que la trayectoria se integra en la Primera División Amateur (PDA), Liga INDET, Liga de Trabajadores, Industrial, Interbarrios y Liga Soccer 7 Centro Deportivo Otilio González”, refiere.
Preciado Álvarez explica que incursionar en el arbitraje le ha servido para sumar un gran número de amigos y se siente satisfecho de fungir como maestro de educación física en la primaria Juan R. Escudero y el Colegio La Paz.

TAMBIÉN PREPARACIÓN MENTAL

Cristian indicó que para poder mostrarse como un buen árbitro, es necesario prepararse no solamente física y técnicamente, sino también en el aspecto mental, pues son muchos los partidos en los que independientemente de la responsabilidad que se tiene para decidir por los criterios neutrales, también las porras, amigos o familiares de los jugadores suelen ejercer presión.
El plan de vida en el arbitraje para Cristian, ha funcionado y la intención es seguir adelante por muchos años y así corresponder al apoyo y la comprensión manifestada por su esposa Nataly y sus hijos Karen y Cristian.
El compartir las vivencias que se dan en el campo de juego con sus compañeros ha resultado importante para Cristian, pues se genera una retroalimentación y se aprende.

Para el joven árbitro, luego de recibir el aviso de que actuará en cierto partido, desde ese momento empieza a concentrarse para hacer el mejor trabajo y al final, la mayor satisfacción es no escuchar reclamos de los jugadores y entrenadores, además de observar cómo mediante el saludo mutuo se acepta por una parte la derrota y otros festejan la conquista del acierto.

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