«En la playa tienes las pulsaciones a tope, es más emocionante pitar»


Aspira a ser uno de los designados para el Mundial que se disputará en la arena de China en el 2019
Empezó a arbitrar fútbol playa a principios de siglo, cuando jugadores como Ramiro Amarelle o Nico Alvarado comenzaban a hacerse un nombre en el fútbol playa antes de convertirse en leyendas a nivel mundial. Pablo Brea Peón (A Coruña, 1982), es el único colegiado internacional gallego (junto con Yolanda Parga y Tania Fente), además de ser árbitro principal en Segunda B y asistente en Segunda y Primera División.
-¿Que cualidad identifica a Pablo Brea como árbitro?
-El trabajo y la constancia. Los árbitros conocemos nuestro índice de aciertos y fallos y yo lo doy todo por mejorar el mío día a día.
-Comenzó a pitar cuando el fútbol playa daba sus primeros pasos en España. ¿En qué ha cambiado este deporte desde entonces?
-El nivel es muy superior ahora. Los equipos han avanzado técnica y tácticamente una barbaridad. Hoy en día ves algunos con unas estrategias muy avanzadas. Por ejemplo los rusos sustituyen a todos los titulares al mismo tiempo dependiendo de sus tiempos de esfuerzo. Una pasada.
-¿Qué diferencia tiene con el fútbol once sobre césped?
-Son conceptos diferentes. Cuando ve un partido de fútbol muchas veces el aficionado se sienta y desconecta mientras los jugadores se la pasan, avanzan, retroceden... el fútbol playa es mucho más dinámico. En un buen equipo de fútbol playa el balón ni toca el suelo, es todo táctica, pases por alto rápidos y remates.
-Seguro que usted tendrá preferencia por una de las dos modalidades.
-Fútbol playa. Tiene varios añadidos a nivel de dificultad deportiva porque el juego se desarrolla en un campo inestable, hay más caídas y los jugadores te piden que pites todo el rato para disparar directo. También es más duro físicamente. En la playa tienes las pulsaciones a tope y es más emocionante pitar ahí.
-Comenzó a ser internacional en el 2013. ¿Qué diferencia hay entre pitar en España y hacerlo en el extranjero?
-Los jugadores españoles tienen un nivel muy alto y eso ayuda en la adaptación. Cuando pitas fuera te cuesta más llevar a los jugadores a tu terreno, ganarte su confianza. No te conocen y además está la barrera del idioma. Diría que en la relación con los futbolistas es donde más se nota.
-¿Cómo ha sido su evolución personal hasta este momento?
-Cuando empiezas, te quieres comer el mundo, arbitrar con el reglamento en la mano y ser lo más estricto posible. Los años te dan poso y mano izquierda, y piensas más en el espectáculo a la hora de pitar las cosas. Si consigues que el juego sea más fluido, colaboras con los jugadores y el público.
-Ya que habla del público, ¿hasta qué punto se vuelca en las competiciones?
-Todo el mundo que va a ver fútbol playa repite. En vivo gana mucho con respecto a lo que se ve en la televisión. Escuchas a los jugadores, la música, vives el ambiente y te involucras con el partido de una manera más intensa que en el fútbol sobre césped.
-¿Y a nivel de asistencia?
-Continúa creciendo. En la última Liga Europea que se disputó en Sanxenxo la gente hacía cola para entrar ya que estaba repleto.
-Una mirada al futuro: ¿Dónde se ve dentro de unos años?
-Mi sueño es llegar al Mundial del 2019 en China, que para mí sería el primero. Es complicado porque hay mucha competitividad. Primero tengo que renovar la internacionalidad en España y solo lo consiguen cuatro cada año. Es difícil pero lo intentaré.

Noticia e imagen: La Voz de Galicia

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