Ese árbitro es un ángel

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Sucedió en un partido de fútbol jugado en el sur de Lanzarote, una de las islas del archipiélago español canario en el océano Atlántico, el sábado 12 de mayo del 2012.

Al finalizar los primeros 45 minutos de la contienda, un jugador llamado José se desvaneció a la entrada de los camerinos. Una multitud lo rodeó de inmediato; unos para tratar de ayudar; otros simplemente para curiosear.

El árbitro central, Alexis, corrió de inmediato al sitio de la emergencia y, sin pensarlo dos veces, trocó el papel de juez por el de enfermero, su profesión. Fue así como en ese rincón del mundo y sin contar con un botiquín debidamente equipado, ejecutó varias maniobras que le salvaron la vida a aquel apasionado del balompié que acababa de sufrir un paro cardio-respiratorio.

“Aquel ha sido mi mejor día como árbitro”, afirma Alexis. “Lo importante es que ese gesto quede para el deporte en general, que todos entendamos que un árbitro y un futbolista son dos deportistas, dos seres humanos”.

Me enteré de este caso el lunes pasado, en el canal de Televisión Española Internacional (TVE), específicamente en el programa Dime qué fue de ti. La producción de ese espacio coordinó un encuentro entre José y Alexis, quienes no habían vuelto a verse desde aquel partido de cuatro años atrás.
En cuanto reconoció al árbitro que le salvó la vida, el futbolista se puso de pie, lo abrazó con fuerza, lo besó en la cabeza y lloró como un niño sobre sus hombros. “Usted tiene un familiar más, un hombre que lo quiere con el corazón que usted salvó”, expresó José.

Luego agregó que el 12 de mayo del 2012 descubrió que debajo de los uniformes de los réferis – esos personajes tan criticados y odiados– hay personas con buenos sentimientos. Incluso, José –casado y padre de un niño al que dice amar con todo su corazón– llamó “ángel” a Alexis.

Es la primera vez – no sé si habrá otra– que escucho a alguien calificar de “ángel” a un árbitro. Lo confieso: nunca lo he hecho; por el contrario, al calor de los partidos, en especial cuando asisto al estadio, he utilizado otras palabras. Algunas, como “¡bruto!”, “imbécil” y “cara de barro” puedo reproducirlas en estas líneas. Hay otras que me reservo por decoro…

En todo caso, aquí lo importante es compartir una experiencia que, sin duda, enaltece al deporte más bello del mundo.

Artículo escrito por José David Guevara en La Nación

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