Paula Lindez: "‘Cero insultos en el fútbol’"

En 2014, según datos del Comité Técnico de Árbitros de la Federación Catalana de Fútbol, un 5% eran mujeres. Un dato que refuerza la masculinidad asociada a este deporte. Una parte de ese mínimo porcentaje vive en Sabadell y desde hace cinco años es la encargada de impartir justicia en los terrenos de juego de Catalunya. Paula Lindez llegó a este mundo de forma casual: “Un día haces una prueba y al día siguiente ya tienes el silbato”, explica esta joven aficionada al fútbol, a la que le llegó el momento de decidirse entre ser árbitro o jugadora. Su meta es subir hasta la Tercera División y está a dos categorías de conseguirlo (Segunda Catalana), además de combatir los estereotipos hacia la mujer en el deporte más mediático.

¿Cómo fue el aterrizaje en el arbitraje?
Al principio fue complicado, porque mi familia estaba lejos y eso se nota. Soy de un pueblo de Tarragona, Móra la Nova, y ese apoyo se echa de menos, aunque con las tecnologías de hoy en día existe de forma distante. Pero, al final, en los partidos estás sola y seguramente con ellos lo hubiera llevado mejor.


¿Qué tal es arbitrar en los campos de Cuarta Catalana (la última categoría del fútbol catalán) del Vallès?
Las he visto de todos los colores. Pero se aprende mucho y creces, no sólo deportivamente sino también personalmente. Sin embargo, ha habido situaciones en las que he pensado: “¡Qué estoy haciendo arbitrando aquí!”. Hay de todo, momentos críticos y no tantos. Pero al final me he metido en esto porque me gusta el fútbol, soy árbitro para demostrar que no es sólo cosa de hombres, que las mujeres tenemos derecho a arbitrar y a jugar a este y a cualquier otro deporte, aunque a veces no se nos tiene en consideración por ser chicas. Es mi reto personal: ver hasta dónde puedo llegar y demostrar que cualquier chica puede llegar donde quiera. Desmontar el tópico de que el fútbol femenino ni es fútbol ni es femenino.

¿La reacción más habitual al llegar al césped?
Al principio era muy habitual que se sorprendieran, pero todos, desde los más pequeños hasta los padres y también los entrenadores y la afición. Hoy en día está más normalizado, alguna vez escuchas un comentario del tipo: “¡Anda! Una chica nos viene a arbitrar”. Pero cada vez menos.

¿Estigmas e insultos?
Quizá al principio, hasta que te acostumbras. Al final te olvidas de lo que se dice alrededor, aunque a veces es inevitable, pero intentas centrarte y lo haces lo mejor que puedes. Tengo claro que voy a hacer mi trabajo. En este sentido, la campaña de ‘Cero insultos en el fútbol’, que ha impulsado la Federación Catalana de Fútbol, ha contribuido con algunas medidas como por ejemplo poder detener hasta tres veces el encuentro por escuchar insultos y la obligación del saludo inicial entre todos. Igual que se hace en la Champions.
La campaña de la Federación Catalana de Futbol contra la violencia en este deporte, con la árbitro, Paula Lindez (Cedida)

¿Ha tenido que parar algún partido?
No, de momento no. Creo que la campaña está empezando a dar frutos. Los entrenadores están tomando conciencia y si este comportamiento se refleja en los equipos, los aficionados lo ven y poco a poco se crea una comunión.

¿La han intentado agredir alguna vez?
Una vez. Fueron cuatro aficionados jóvenes de un equipo de Sabadell, que seguramente habían bebido más de la cuenta. Me insultaron y estuvieron a punto de saltar al campo. Tuve que suspender el encuentro y el club llamó a los Mossos.

Será su peor recuerdo como árbitro, entonces.
No, hay otro. En Lloret de Mar el año pasado fui de asistente a Primera Catalana. Hubo una situación de gol-no gol. Vi claramente que fue gol. Eso se produjo sobre la media hora de juego, desde entonces hasta el final toda la grada, muy enfadada, estuvo insultándome. No reproduzco las palabras de todo lo que me llegaron a decir. Cuando acabó el partido, estuve una semana que quería dejar el arbitraje, pero con el paso de los días intentas no darle importancia. Al final, voy con toda la ilusión a hacer mi trabajo.

¿Cómo son las pruebas físicas comparadas con las de los hombres?
Tenemos un poco más de margen, pero sólo es así hasta Tercera División. Ya en Segunda B sí que son exigencias equiparables. Hay que estar muy preparada para pasar las pruebas físicas, durante la temporada hay tres exámenes, por decirlo de alguna manera: al principio, durante y al final, si quieres promocionar. Entreno todo el año para llegar bien, acabar correctamente los partidos y ver si tengo la oportunidad de conseguir el ascenso a Primera Catalana. Me exige una regularidad mayor que en el caso de los hombres, que por genética no es tanta en estas categorías.

¿Se gana una bien la vida como árbitro?
Una temporada sí, pero no es para siempre. Si subes a Primera División, sí. Pero a esta categoría llegan muy pocos. Hay muchos en la base y acaban subiendo sólo los más fuertes.

De la misma manera que jugadores y entrenadores hacen declaraciones ante la prensa para dar explicaciones al final de los partidos, ¿cree que los árbitros deberían hacer lo mismo? Entre otras cosas, para zanjar polémicas.
No lo creo. Un árbitro al fin y al cabo es una persona y puede fallar. Lo fácil es darle la culpa al colegiado porque no ha sacado una amarilla y era la segunda o no ha pitado ese y el otro penalti. Se arregla rápido de esta manera, la culpa es de los otros.


¿Cómo ve el fútbol femenino?
Está cambiando mucho. Se nota que las niñas empiezan a jugar desde más pequeñas, antes quizás lo hacían a partir de los 12 y ahora es a los siete. Lo veo desde que arbitro. ¡Hay jugadoras que hacen unas cosas! Creo que en 10 años a lo sumo no se habrá llegado a igualar con el masculino pero estará muy cerca. Soy muy optimista.

Ahora cuando mira un partido, ¿le presta más atención al juego o al árbitro?
Me fijo más en la actuación arbitral y cuando vemos partidos entre compañeros acabamos hablando de ellos. Charlamos sobre cómo hubiéramos actuado nosotros, sobre si merecía o no la sanción esa o la otra jugada. Es muy normal.


Noticia e imagen: http://www.lavanguardia.com/

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