Al árbitro no se le chista (y a su madre menos)


Están avisados en cabeza ajena. Aquellos jugadores que en un arrebato de ira, llevados por las pulsaciones o por el atenuante que sea, le suelten al árbitro aquello tan manido y grosero de «hijo de puta», se quedarán cuatro partidos en su casa. Pueden preguntar, para más datos, a Patxi Puñal (Osasuna) y Fábio Coentrao (Real Madrid). Cuatro partidos cada uno por acordarse en esos términos de la madre del colegiado.
El porqué hay que buscarlo en el código disciplinario, reformado el pasado mes de julio en algunos de sus aspectos, coincidiendo con la renovación de los comités de competición y apelación. Para los juristas actuales, ese insulto ya no es un menosprecio, sino una injuria, y por lo tanto es una falta grave y no leve. El artículo 94.1 lo explica literalmente así. «Insultar, ofender o dirigirse en términos o actitudes injuriosas al árbitro principal, asistentes, cuarto árbitro, directivos o autoridades deportivas, salvo que constituya falta más grave, se sancionará con suspensión de cuatro a doce partidos». Vamos, que a Coentrao y Puñal les ha caído el castigo mínimo, después de todo.
La argumentación de Competición en el castigo a Coentrao resulta concluyente. «A la luz de la definición de la expresión ‘insultar’ que se contiene en el Diccionario de la Real Academia Española (que, a su vez, la califica literalmente como «expresión injuriosa y de desprecio» dentro de la expresión «hijo»), y el significado y alcance que igualmente se desprende de dichos términos en el entorno cotidiano, no cabe duda de que la intención y consiguiente acción del jugador era precisamente la que tipifica y sanciona el referido artículo 94».
Juan Carlos Alonso, exárbitro y hasta el año pasado delegado del equipo Juvenil de División de Honor del Real Valladolid, explica que el debate entre menosprecio e insulto lleva mucho tiempo instalado en el arbitraje. Sin embargo, algo parece haber cambiado. «Hay más sanciones ahora en el fútbol base. Si consientes unos comportamientos en los mayores los pequeños los imitan y es lo que pasa», explica.
Cualquier árbitro de categorías inferiores sabe lo que se sufre cada domingo en los campos de cada ciudad. De hecho la falta de colegiados es patente y se agrava conforme pasan las temporadas. Hay pocas vocaciones y muchos, muchísimos, partidos cada fin de semana.Parece que la Real Federación Española de Fútbol ha decidido arropar todo lo posible a los colegiados.
Paco Santamaría Uzqueda, exárbitro internacional y delegado del Real Valladolid, cree que hay algo de eso. «Lo han cambiado y lo han endurecido, parece que quieren evitar los insultos, que ya se veían casi como algo normal», explica.
Los casos del tramo final de la temporada pasada, con el botellazo de Dani Benítez como máximo exponente, han colmado la paciencia del estamento arbiral. Ahora, solo agarrar, empujar o zarandear al colegiado ya tendrá un castigo de entre 4 y 12 partidos. A partir de ahí, una agresión como la de Dani Benítez ya tendrá de tres a seis meses –se le aplicó entonces el mínimo, tres meses– y si hay riesgo de lesión grave o precisa asistencia médica, puede ser seis meses y un año.
Pendientes de Apelación
El criterio que ha fijado Competición con los dos primeros casos ha sido rotundo. Ahora queda ver cómo reacciona el Comité de Apelación. Puede mantener la dureza de la primera sentencia o, por el contrario, rebajarla de categoría a menosprecio, con lo que bajaría a entre 2 y 3 partidos o un mes, según el artículo 117. Es lo que se le aplicó al madridista Pepe por insultar en los mismos términos a un árbitro. Apelación se reunirá el viernes a las 10 de la mañana.

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